22 marzo, 2013

DOMINGO DE RAMOS. Lucas 22, 14ss


RAMOS
Y OLVIDO

+En invierno se llenan de musgo las viejas puertas de las catedrales, los paragüas festejan la vida del agua engrasando varillas, y el tiempo, ese viejo huraño que nos recorta los días, vuelve con las palmas del domingo de ramos, con los perfumados olivos al paso de Jesús, con los hosannas de un pueblo que, como todos, tiene mala memoria y olvida demasiado pronto la presencia del Maestro y sus regalos.

Casi siempre que llega este domingo de reconocimientos se me viene una pregunta controvertida, casi inútil: ¿Adónde escapar de esa mirada?, ¿a qué isla remota se puede huir después de haber contemplado a Jesús, subido al pollino, entre sonrisas bendiciendo y asomándole ya la cruz en la lágrima dichosa, a unos días del desamor de un pueblo?

Nadie como el Cristo conoce el grito de los triunfos pasajeros. Domingo de Ramos.

Pronto se les ha de olvidar a todos la gratitud reciente de una niña resucitada, las piernas vacías del paralítico junto a la piscina, la fuente por fin seca de la hemorroísa; el pan interminable, tantos peces saltando por las bocas de aquellos cinco mil sentados sobre la hierba… También nosotros, escogidos para creer gracias al amor del Cristo, paseamos de oficio las ramas dobladas de los olivos, las palmas de oro que mecen la plegaria este Domingo de gratitudes y sonrisas, con las astillas de la soledad asomando ya por la calle del viernes…

Y es que en este mundo la gloria es un ratito.

16 marzo, 2013

DOMINGO V de CUARESMA. Filipenses 3, 8-14 ; Juan 8, 1-11

Ntra. Sra. Desatanudos


YO SIGO CORRIENDO


Sufrimos la enorme distancia que hay entre lo que somos y lo que deseamos ser. El tiempo ha ido quemando las madejas de los buenos propósitos y apenas si nos queda un ramo de algodón sembrado para siguientes cosechas: inevitablemente, el equipaje de   la propia memoria anuda en buena parte la esperanza y sofoca con frecuencia la libertad.

Nuestro reciente papa Francisco, de tan cercanas maneras, hizo pintar para una iglesia de Buenos Aires la imagen de una devoción mariana que representa a la Virgen desatando los nudos de un cordón que le ofrece un ángel; otro, va recogiendo la cinta con los nudos deshechos. Los nudos pueden ser también barrotes de cárcel, impedimento de caminos… Tres propuestas brindo hoy en este quinto domingo de cuaresma:

-A pesar de todo yo sigo corriendo, nos viene a decir san Pablo en su carta a los filipenses. El Señor endereza los huesos quebrantados para superar las limitaciones y llegar a la meta de su mano y con su fuerza: Según se crea en el provecho de los horizontes se aligeran las piernas para alcanzarlo cuanto antes.

-Sobre la adúltera del evangelio hemos tirado todos las piedras del desprecio o de la indiferencia, acaso para sortear las que tiran sobre nosotros los mismos que han de esquivar las suyas… Una piedra grande es el pecado que llevamos todos en el bolsillo procurando que no se note demasiado. Dios, que ha hecho nacer de las piedras hijos de Abraham, sabe cómo hacer arena con las nuestras y escribir más tarde en ella palabras de misericordia.

-Por último, una mano delicada y fuerte, la de la Virgen Santísima, desatará en nosotros los nudos de la tristeza, de la soledad, de las enfermedades, del paro, de los desencantos que se han quedado a vivir en la memoria, como pájaros sin rama, como llanto de niños sin pañuelo. 

09 marzo, 2013

DOMINGO IV de CUARESMA. Josué 5,9ss ; Lucas 15, 1ss

VIVIR SIN PADRE



En la vida del hombre llega un momento en que nos sentimos libres, sin ataduras, sin dependencias, pero con el peligro de  caer en la tentación de prescindir de aquellos que nos sostuvieron hasta el instante en el que “su” maná dejó de ser necesario. Extraordinario es el relato del libro de Josué recordándonos que el pueblo de Israel dependía de Dios para alimentarse, pero cuando llegaron a la tierra prometida, con leche y  miel en abundancia, creyeron que ya podían vivir sin Dios y, alejándose de Él, perdidos, no supieron después reconocerse.

Algo parecido le sucede al hijo pródigo. Seguro que echó sus cuentas con los frutos de la herencia y entendió que, con tantos dineros, podría vivir a su manera, sin el padre.  Pero ignoraba la existencia de otras cuentas que no salen sin la presencia y la figura de aquel que, no sólo supo darle la herencia, sino que había puesto en ella lo que no tiene precio: su amor de padre. Y como esto no quiso calcularlo, le vino la ruina entre bellotas y cerdos; la desolación le vino porque también se le estaban secando las entrañas de hijo. Y esto, sólo esto, le hizo regresar con el arrepentimiento aprendido.

…Nuestro mundo está lleno de cosas, de las herencias que nos acerca el progreso, de certezas que duran un verano. Sin embargo hay bocas en el hombre que no pueden taparse con dineros, ansias que no resuelven las casas de seguros y que sólo colman la ternura de un Padre Dios, rico en misericordia, con la palabra del perdón permanente en sus labios... El ser humano busca, en sus tiempos de razonada soledad, una respuesta para el día después del día de mañana. El ser humano, sin la trascendencia de su vida, sólo le quedan nostalgias y bellotas. Dios aguarda.