29 diciembre, 2012

DOMINGO DE LA SAGRADA FAMILIA. Eclesiático 3,2-6ss ; Lucas 2, 41-52

CIGÜEÑAS

De siempre me fascinaron las cigüeñas por su torpe elegancia al posarse en los  altos campanarios, por la fidelidad a sus nidos, por sus vuelos incansables buscando el acomodo de la temperaturas.

Cerca de Madrid han encontrado muerta a una de ellas después de volar sesenta mil kilómetros, anillada por el amor a su pareja y a sus nidos. Ha muerto a los trece años, ellas que suelen vivir más de treinta, después de haber cumplido: en sus alas llevaba los abrazos del viento.

Me fascinan las cigüeñas, además, por su comprobada monogamia, porque conocen el tiempo en que han de partir y el camino que han de recorrer. Y porque mantienen la responsabilidad con sus crías hasta que se aseguran de la sustancia de sus vuelos...

Nunca mejor dicho aquello de que los tiempos cambian que es una barbaridad, pero el cambio en nuestras familias ¿ no nos habrá llevado a los fríos azules de perdidos inviernos?, ¿mejoramos con esos cambios la vida o las manos del tiempo nos ha robado la brújula y ahora no sabemos regresar?

El amor de las familias cristianas está fundamentado en la obediencia y en la responsabilidad. Nuestros hijos de hoy  suelen crecer ajenos a la obediencia de sus padres y creen haber encontrado la luz en la permisividad de sus equívocas libertades: una rama caída termina siendo su voluntad y, al volver las primeras esquinas, descubren que las cítaras de su alegría están colgadas de los árboles... Las cigüeñas, en cambio, calculan el tiempo de sus crías en los nidos y les animan a encontrar la madurez en los esfuerzos del vuelo...

Jesucristo, obediente a su Padre hasta la Cruz, nos muestra otra vez la importancia de los eslabones familiares, la grandeza de la atención a los mayores y la sabiduría del obedecer, que fortalece el amor de los padres con los hijos y sustenta los frutos esperados. Ese es el regalo que pedimos a las familias para el año nuevo. Ese es el regalo de la  noticia que les damos.

22 diciembre, 2012

IV DOMINGO de ADVIENTO. Miqueas 5,1-4 ; Salmo 79 ; Lucas 1,39-45

Las primas embarazadas

UN HIMNO A LO PEQUEÑO


Puede que lo verdaderamente grande sea invisible y en el pequeño Belén de cada tiempo sigan naciendo salvadores.  Este cuarto domingo de adviento sale al paso de la grandeza con un ramo de luces en la mano para cantar con Miqueas que Belén, el más insignificante de los pueblos, será la altísima torre donde descansen las palomas y los vientos, las necesidades y los sueños, donde el amor se divulgue como un secreto a voces. Desde Jesús, nadie en Belén puede ya dormir con los ojos cerrados.

Pequeña y humilde es la voz que clama en el salmo 79: Ven y restáuranos. Como porcelanas quebradas, nuestras vidas se han deshecho en mil pedazos. Aquellos entusiasmos de ayer, las  dulces promesas de fidelidad, la convicción de que nadie iba a apagar la eterna juventud de las ideas... casi todo se entristece hoy a los pies de los huracanes. Ven, Señor, y restaura a su primitiva inocencia los trocitos de ahora. Ven, Señor, y ofrece horizontes posibles, desde nosotros,  a los que no tienen trabajo, a los que el frío no les deja soñar en los portales, a los que no saben que la droga es una tristeza enmascarada.

Y más pequeño aún es Juan en el vientre de su madre. Oculto aún, pero saltando de alegría, nos invita a considerar que el creyente siempre será feliz desde las rutinas de verse, en la contemplación de las estrellas, con la sola visita de las familias. Por sentirse pequeña, el Espíritu de Dios hizo maravillas en María, como gracias al agua crece hasta el cielo la palmera.

También, en pequeños jardines solitarios nacen, para salvarnos un poco, los poemas.

15 diciembre, 2012

DOMINGO III de ADVIENTO. Filipenses 4,4-7 ; Lucas 3, 3-18

Gafas de María Zambrano. Museo Vélez


A OSCURAS


Además de la alegría que hoy nos reclama san Pablo como preparación a la Navidad, la figura imponente de san Juan de la Cruz recorre diciembre con su noche oscura y su esperanza. En la noche, él salió con ansias en busca de la luz. Y en el Espíritu de Jesucristo la encontró.

Los tres estamentos sociales que nos presenta el evangelio de san Lucas en este tercer domingo de adviento, están a oscuras y sin saber qué hacer. En la noche y, al parecer, también con ansias preguntaban al Bautista:

-Y nosotros, qué hacemos. 

Para todos hubo una respuesta diferente, aunque al final pudiera parecer la misma:

A la muchedumbre, que comparta el alimento y las túnicas, que se abrigue y se alimente viendo cómo los pobres cubren su necesidad.

A los publicanos, que no cobre más de lo que debe

A los militares, que no se aprovechen de su poder abusando de los demás o denunciándoles en falso.

Como nosotros, todos necesitan  la fe para llevar la mano a sus conciencias y sacarlas luego enjugadas en la luz, comprometidas con el amor. Manos extendidamente navideñas. Sólo se acierta en la vida cuando la llama de la fe nos lleva por los nublados caminos de cada día.

-Y nosotros, qué podemos hacer.

Primero, preguntarlo con ansias, que luego el Niño nos lo irá diciendo desde la cuna.

09 diciembre, 2012

DOMINGO II de ADVIENTO. Barruc 5,1-9 ; Lucas 3,1-6

S.Juan de la Cruz. CC.DD. Cádiz

LA SOLEDAD SONORA

Gracias a la liturgia, Adviento trae una salpicadura de semillas que dejan nuestro corazón sembrado de ejemplos y proyectos: La Inmaculada, con su limpia ternura disponible; San Juan Bautista, pleno de anuncios y firmezas; y la cautiva libertad de San Juan de la Cruz, extasiado y real, afilando  la presencia de Dios en su poema. Desde los tres, este segundo domingo de adviento reclama en nosotros identidad y esperanza con tres palabras clave: DESPOJO, CONVERSIÓN Y SOLEDAD.

Sólo el ángel pudo ver el rostro de la Virgen Santísima y comprobar el pálpito de su palabra ante el anuncio de que iba a ser la madre del Señor. Su despojo no fue sólo de cosas ni de tiempos ni de amores, sino de ella misma: aquí está la servidora... De su renuncia, se nos llenó la vida de abundancia.

San Juan Bautista fue prematuro en la alegría: ya desde el vientre de su madre supo distinguir la conmoción de una presencia y lo que se estaba jugando con nacer. Habló siempre claro, jugó a la carta de la verdad y ganó perdiendo la vida y la cabeza, pero su grito quedó en el desierto como una palmera indestructible: Convertíos.

Para convertirse es preciso escuchar la voz de dentro. Demasiadas angustias, continuas estridencias y ruidos, incertidumbres, comodidades y lamentos, atenazan el porvenir de la razón y el sentimiento en cada uno de nosotros como para que seamos capaces de buscar la soledad con sonidos de fray Juan. Para escuchar la voz de Dios es indispensable el silencio en que sólo puede entenderse la salvación que nos trae. Apetezcamos el descanso para navegar calladamente por los ríos interiores, donde siempre el paisaje es una invitación a nacer en Belén, a comenzar de nuevo.


01 diciembre, 2012

DOMINGO I de ADVIENTO. Tesalonicenses 3,12ss ; Lucas 21, 25ss

Las primas embarazadas

EN OBSEQUIO DE JESUCRISTO

ADVIENTO es la capacidad de descubrir, por las grietas del tiempo, la cercanía de Dios. Y, mientras no se escuche el grito de mirad que ya viene, permanecer activamente atentos a la espera de ver qué pasa y qué nos pasa. Y siempre, acercarse al modo de vivir, como en la Regla del Carmelo desde la carta paulina, EN Obsequio de Jesucristo, buscando lo que le agrada, como novia que se adorna, en la palabra y en el pecho, con los oros de la familia.

San Juan de la Cruz resume maravillosamente esta vigilia del adviento, y todas las esperas,  en cuatro versos irrenunciables para alcanzar la presencia Del Que Ya Viene:

Olvido de lo criado
Memoria del Criador
Atención a lo interior y
Estarse amando al Amado.

Olvidarse de lo criado es despojarse de aquello que no hace falta para vivir y puede hacerle falta a alguien... Si tienes pisos para alquilar, por ejemplo, abarata el precio de los alquileres... Antonio Gamoneda escribe que la única sabiduría es el olvido.

Con la memoria del Criador, llega la luz del agradecimiento por la vida que recibimos, por el derecho a compartir la abundancia que festejamos. 

El corazón no es una copa vacía, siempre está llena de líquidos y de pequeñas ruinas, de aspavientos y músicas, de inquietudes y remordimientos. El interior del hombre esconde hebras de fuego que es preciso encender cuando conviene.

Y estarse amando al Amado exige no ser nieve ni paredes blancas, sino manos heridas y ansias de ver que aún no ha llegado quien sólo puede colmar esta pasión que aún se vuelve más loca en la vejez. Si en nuestro mundo falta el apetito de Dios no habrá estanque que albergue tanto llanto... Porque la crisis no es más que la ausencia de aquel Amor palpable que embelesaba.

24 noviembre, 2012

DOMINGO DE CRISTO REY. Juan 18, 33b-37

Patio de Reyes. Alhambra

LA CORONA

Después de haber leído a Borges, siempre pensé que la soledad y la desmemoria que le vino más tarde a Pilato fue la sangre de sus palabras heridas.:

-¿Eres tú el rey de los judíos?

Jesús se le debió quedar mirando con el agua en los ojos de quien viene de atravesar el mar para responderle:

-Tú lo dices, soy Rey, pero con tus formas de entender nunca sabrás distinguir qué piedras brillan en mi corona...

Y Pilato se lavó las manos con el llanto largo de la indiferencia.



El pueblo de Israel tuvo siempre ansias de reyes y coronas. En ocasiones, aparecieron cabezas dignas de semejante grandeza, como las de David y Salomón, por ejemplo.  Más tarde, Séneca se quejaba de que no hubiera talentos que pudieran ser distinguidos con el sello de la realeza. Y los griegos, sólo coronaban de laurel a los que llegaban primero y, con diaria frecuencia, a los poetas.

En la corona de Jesús se distinguen dos piedras preciosas salidas de sus labios: la Verdad y el Amor, con todo el brillo consecuente que cada una lleva, con la cruz que desde cada una se alcanza.

Su Santidad Benedicto XVI, en tertulia de cónclave, ha referido que toda la historia es una lucha entre dos amores: amor a uno mismo hasta el desprecio de Dios, y amor de Dios hasta el desprecio de uno mismo... Jesús, el Señor, lo tuvo claro: se anonadó a sí mismo para salvar al hombre desde la obediencia al Padre.

Y la Verdad de la otra piedra que, según santa Teresa, es una especie de sol que permite descubrir la pelusilla de los cristales en el alma. Porque las mentiras encadenan por un tiempo la luz, pero un día la luz se suelta y aparece la desnudez de lo encubierto, la tristeza de lo irreparable. Jesús, el Señor, se mostró siempre tal cual era, le mataron por eso. Pero también, por eso mismo, vive para siempre sin que ya nadie más pueda otra vez atravesar su costado.

17 noviembre, 2012

DOMINGO XXXIII del TIEMPO ORDINARIO. Daniel 12, 1-3 ; Marcos 13, 24-32


VIVIR, ESA TAREA

Aún sigue vivo, con la gracia de su rama verdecida, el olmo de don Antonio en Soria, junto al cementerio de El Espino. Han pasado por él las lluvias y los ríos del tiempo, la eterna melancolía de las ausencias, la maldad de la sombra, pero el olmo continúa desafiante en su verdor, permitiendo que en su corazón sigan con sus tejidos grises las arañas.

La liturgia de hoy, aunque pueda parecernos lo contrario, es una canción a la vida, un modo de resucitar desde lo escaso. Cuanto florece a nuestro alrededor es un signo de primavera  --cerca está, a la puerta, señala Jesús, después de los primeros azules en el cielo y en la higuera.

Y de nosotros depende, en parte, que no nos acostumbremos a vivir en la penumbra del ocaso. Borges escribía que morir es una costumbre que tiene la gente, pero vivir, añadimos nosotros, es una tarea continua, un incansable sacarle punta al lápiz con el que escribimos las caridades, las tristezas y las alegrías. Vivir con una razón y un destino para que la altura sea más baja: esto es la fe.

Hace unos días leí que la mayoría de las frustraciones humanas suceden por no tener un horizonte claro, una convicción de que se tienen las armas necesarias para conseguir lo deseado. Vivir con los ojos puestos en las ramas florecidas de la vida es la mejor manera de contagiar la sequedad de los ambientes, el servicio que hoy nos pide la Iglesia desde Jesucristo para nuestros hermanos. Que el fin de este mundo, cuando llegue, nos sorprenda con las manos en la buena masa.

10 noviembre, 2012

DOMINGO XXXII del TIEMPO ORDINARIO. I Reyes 17, 10-16 ; Marcos 12, 38-44

Horno primitivo

VIUDAS


Uno de los logros más sibilinos de nuestra sociedad ha sido el de diluir de tal manera las responsabilidades que no se pueda señalar a nadie como culpable único de cualquier extravío, sino que en cada desenfreno, como en la lotería, todos tenemos una participación. Vivimos una nueva Fuenteobejuna con el comendador ajusticiado y el pueblo entero manchado de sangre.

Los desahucios y los suicidios de estos días ponen de relieve que, cuando se juntan los egoísmos, mueren las esperanzas. Aquí, entre todos, hemos matado a los muertos y, como a la viuda de Sarepta, a muchos sólo les queda un puñado de harina y unas lágrimas de aceite para alargar un poco de tiempo su desventura.

Dos viudas nos muestra hoy la Sagrada Escritura como ejemplo de generosidad y de abandono.

La viuda del libro de los Reyes recibe a un profeta Elías perseguido por el rey Acaz, que había predicho sequía para su pueblo  a causa de su desdichado gobierno. En lugar de transformarse el rey para que pudiera cambiarse el bienestar de sus gentes, culpa al profeta de su desgracia y le persigue... Exhausto, encuentra a esta mujer que le da lo único que posee y a la que, por su actitud, nunca le ha de faltar aceite en su alcuza ni grano en su granero. El profeta se lo pide en nombre de Dios y, en nombre de Dios, le llega para siempre la abundancia.

En el evangelio de san Marcos, Jesucristo propone a los escribas como ejemplo a otra viuda sin recursos que echa en el cepillo del templo toda su pobreza, que es a la vez, también, su  mejor manera de entregar la vida...

Santa Teresa de Jesús, desde la sabiduría de lo sencillo, nos dice que sólo puede uno decir que da cuando le duele. Y, por experiencia, podemos añadir que, cuando se da hasta que duele, al otro se le achican sus necesidades. Porque dar sólo lo que sobra es seguir empobreciéndonos juntos, con el corazón mirando a otro destino, sin candela, sin espejos y sin que pueda llegarnos esa única luz que nos permita reconocer el paraíso. 

03 noviembre, 2012

DOMINGO XXXI del TIEMPO ORDINARIO. Marcos 12, 28-34

Cristo eterno. Bas. San Pedro

ESCUCHA, ISRAEL


Entonces y ahora, en los dinteles de las puertas, sobre los ventanales de la conciencia, el pueblo judío lleva esta máxima en la maleta de todos sus viajes: Escucha, Israel, nuestro Dios es solamente uno. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma... Y al prójimo como a ti mismo... 

Dos razones principales hay para que este Escucha, Israel sea el eje de todas sus acciones: el peligro de la idolatría en las naciones de alrededor  y enseñar que en Dios nace el origen de todos los amores.

Así nosotros.

El paganismo, la indiferencia, el escarnio de lo religioso, las últimas y masivas fiestas de algunos jóvenes burlando la trascendencia de la muerte. El dinero, el poder... son los dioses de hoy dispuestos a ser adorados si queremos construir con ellos una babel sin destino.  Esta no es una reflexión interesada desde la fe, sino una experiencia palpable al alcance de cualquiera.  Lo podemos ver día a día en las quebradas esperanzas.   Los dioses de la vida, como la Cenicienta después de las doce,  se quedarán sin lujos en la mitad del baile.

A la tarde, te examinarán en el amor, escribió san Juan de la Cruz advirtiendo el dolor que da la soledad cuando, a la vejez, descubrimos no haber amado lo suficiente.  Al prójimo; a los pobres, que son nuestros señores, al enfermo, al desolado, a los amigos y entre los esposos... subirles, por amor a Dios, a la almena más alta del castillo interior, donde Dios vive y se recrea por los jardines de nuestra  esforzada voluntad.  

El bien que hagamos por los demás, sin Dios, es filantropía y provisionalidad. Con Dios y desde Dios, se llama caridad, y nos devuelve a una permanente ternura, a su llama de amor viva interminable.

27 octubre, 2012

DOMINGO XXX del TIEMPO ORDINARIO. Jeremías 31, 7-9 ; Marcos 10, 46-52

Ventana ciega

CONSUELOS

Los seres humanos no estamos preparados para soportar las ruinas.

Ruina traían aquel resto de israelitas que regresaban del destierro y que Jeremías se compromete a consolar con ilusiones de porvenir.

Ruina este ciego Bartimeo que, al borde del camino, aguardaba una limosna de pan y una limosna de luz. Bartimeo, escaso de todo menos de garganta clara, grita fuerte sabiendo que pasa el Nazareno y ha de escuchar su voz necesitada. Cuando Jesús le llama, comienza a ser rico porque ve, y rico más aún por seguir a Jesucristo en su camino sin precisar siquiera su capa indispensable. Con Él ya nunca tendrá más frío. Con Él verá claramente sus posibilidades.

Las dos pobrezas que Bartimeo llevaba, hoy se corresponden en nuestra sociedad:

Pobrezas de salir a la mar y regresar con las cestas vacías, sin que pueda llevarse pan a la familia, pagar el agua o el butano que la calienta. Pobreza de entregar mil veces el mismo curriculum y mil veces esperar en vano un puesto de trabajo.

Pobreza de valores. Faltas de luz para entender que las sociedades degeneran por los excesos. El dinero fácil envuelve a los pueblos en ambiciones y gasas que no les permiten descubrir en el de enfrente al hermano. Sin Dios somos extraños unos para otros, Sin Jesús, seguimos al borde del camino y apagados.

En el siglo XVI santa Teresa escribía que los pobres son los que no hacen ruido. Si en XXI no lo hacen es, en gran medida, gracias a las medidas de la Iglesia que se derrama en CÁRITAS  y en todos los que la hacen posible.

20 octubre, 2012

DOMINGO XXIX del TIEMPO ORDINARIO. Marcos 10, 35-45

LA CORBATA

El relato del evangelio de hoy fue necesario para que quedase meridianamente claro y para siempre la escala de valores que Jesús traía: Santiago y Juan piden al Maestro lo lugares de la preferencia, en su corazón y en el cielo, los honores con los que quieren ser distinguidos y envidiados, todo que el mundo considera indispensable para su efímero triunfo... pero el Señor les responden que no saben lo que quieren ni lo que dicen. Ellos han de elegir lo que desprecian los demás si desean alcanzar el conocimiento más valioso.

Para ilustrar lo atinado o lo erróneo de las elecciones humanas, viene bien la fábula antigua que Jorge Bucay evoca en uno de sus libros.

Se trata de un hombre que atraviesa el desierto al límite de la sed. Ni una gota de agua le queda ya en su cantimplora. Un beduino aparece detrás de la duna:

-¡Agua, necesito comprarle un sorbo de agua!

Pero aquel hombre le responde que sólo lleva el agua necesaria para su recorrido; si quiere, puedo venderle corbatas. Mire, son de seda, de muchísimos colores...

Nuestro hombre se alejó como pudo ante la impertinencia de lo que le ofrecían. Otra duna y otro beduino alertaron de nuevo su esperanza, pero a aquel comerciante tampoco le sobraba agua: 

-Corbatas, llevo corbatas italianas de oferta, hermosas...

Nuevo desprecio y nuevo alejamiento cada vez con menos fuerzas hasta que divisó un oasis desde el que se adivinaba el reflejo azul del agua bajo las palmeras. Comprobó que efectivamente no era un espejismo como sospechaba y se decidió con su última energía a traspasar el recinto amurallado en el que se encontró un guardia bien armado que le detuvo:

-Los siento, señor, pero aquí no se puede entrar sin corbata...

Tenemos que seguir explicando al mundo de hoy que, para satisfacer su sed, hacen falta las corbatas de Dios. Casi todos nos dirán que Dios no trae efectivo para la sed urgente de sus hipotecas, o padrinos para recuperar el trabajo, llegar a fin de mes o salvar las preocupaciones de cada día... no han entendido que la fe en Jesucristo les está ofreciendo las corbatas que se necesitan para que traspasen el sitio del agua y de la paz, el reposo y la energía de ver cumplida la esperanza. Con Dios, más temprano que tarde, el agua llega.

Más que misioneros  --dirán muchos-- en este desierto se precisan economistas, hombres de estado... Hoy y siempre, el Domund lleva luz y corbatas a tantos pueblos que no desean agua para hoy y sed para mañana, sino agua definitiva, la que salta hasta la vida eterna.


13 octubre, 2012

DOMINGO XXVIII del TIEMPO ORDINARIO. Sabiduría 7, 7-11 y Marcos 10, 17-30

Miradas

MIRADAS

Muchas veces preguntamos sin advertir que pueden respondernos lo que no deseamos escuchar. Como este joven del evangelio, que aprovecha el paso de Jesús para pedir facilidades en su logro de perfección:

-Maestro, ¿qué me falta, después de haber cumplido los mandamientos, para llegar a la cumbre?

Jesús se le quedó mirando con una mirada de beatitud (intuitus) y con ella le expresó cuánto le faltaba y cuánto le quería:

-Para llegar a los extremos del bien una cosa te falta: Anda, véndelo todo y dáselo a los pobres y luego sígueme.

Pero al joven le aterró la palabra sígueme y prefirió quedarse sin el escalofrío de una dulce promesa para continuar contando monedas y rutinas, ramas de tiempo y soledades...

En nuestra vida, siempre hay miradas que nos dicen las cosas que nos faltan:  tiempo y silencio para encauzar la fraternidad y sus palabras, amigos que sueñen con nosotros otros mundos mejores, poetas que nos desvelen el misterio que esconden las ternuras. Nos faltan paraísos al alcance de la mano y manos que se esfuercen por alcanzar los paraísos.

Para la vida del espíritu, en este año de la fe, nos falta creer más y mejor en Jesucristo. Que ningún  agua se lleve sus ojos de mirar amando, su temblor delicioso que aguarda un  espontáneo seguimiento. Una cosa nos falta:  vivir a su manera.

06 octubre, 2012

DOMINGO XXVII del TIEMPO ORDINARIO. Génesis 2, 18-24 ; Marcos 10, 2-16

Sgda. Familia. Barcelona

LO QUE DIOS UNE

Al principio del Génesis, Dios se preocupa de que el hombre esté solo. Y en el evangelio de san Marcos, Jesucristo se duele de que nuevamente el ser humano pueda volver a su antigua soledad. Y se niega a separar la compañía sagrada de los esposos, porque Él ha unido sólo aquello que nosotros deseamos que uniera. 

De todas maneras, sabemos de nuestra continua equivocación, del naufragio compañero, de unos ojos que nos cuentan el paisaje de los que tenemos delante y que al final resultan espejismos creados por el deseo.

Para que nos equivoquemos lo menos posible y lo que Dios una no lo separe la vida, me atrevo a dar tres consejos:

CONOCIMIENTO. Si por difícil, los griegos repetían continuamente: conócete a ti mismo, cuanto más complicado es conocer a los demás. Usamos con frecuencia máscaras y esquinas para escondernos, cuando debiéramos buscar razones para transformarnos. Ir al otro abandonados a la luz, descubiertos.

DECISIÓN. Me contaron que un niño se asomaba todas las mañanas a un naranjo del camino intentando descubrir si era naranja común o mandarina lo que se sostenía en la rama. Una de las mañanas vio que el fruto cayó al suelo, se había podrido y ya nunca más pudo distinguir la verdad de lo que veía desde abajo...  Los frutos buenos aparecen en los árboles cuidados. La prudencia inteligente nos indicará, si conviene,  el tiempo oportuno para recogerlos.

ENTREGA: Nadie debe tirarse al vacío sin que haya abajo una red que lo proteja. Cuando éramos adolescentes, la alberca del colegio iba llenándose de agua conforme adelantábamos en los cursos de natación... La vida es un riesgo medido y controlado si supimos ensayar con ejercicios las capacidades. Nunca se irá el amor de nadie si supimos de quién nos fiábamos y embellecimos esa confianza con los adornos de la vigilancia y la ternura. 

Cuando al final las carnes caen, quedan firmes las conciencias que se han sabido trabajar, acompañados por Aquel que muy bien nos ha enseñado cómo debe darse la vida para que la vida no se canse de ella misma. 

29 septiembre, 2012

DOMINGO XXVI del TIEMPO ORDINARIO. Santiago 5, 1-6 ; Marcos 9,38-43ss

PIEDRAS DE MOLINO


Estamos acostumbrados a que sea el apóstol Pedro quien se precipite con palabras sin reflexión o a que arda entre saltos al agua y entusiasmos, pero en este evangelio de san Marcos es Juan, el amado, el predilecto, quien muestra su error con la pregunta: 

-¿Qué hacemos con uno que está expulsando demonios en tu nombre y no es de los nuestros?

-No se lo impidáis, porque aquel que os dé un vaso de agua por ser discípulos míos, no quedará sin recompensa. Escandalizaos más bien por aquel que ponen trampas a los pequeños que creen en mí, tratando de que caigan en el olvido o en la nada. A ese, más le valdría que lo arrojaran al mar con una piedra de molino atada al cuello.

...Apenas se escandaliza nadie en el mundo de hoy. Poco a poco todo va pareciendo natural, lógico, consecuencia de una libertad sin estatura o de unos derechos que "hemos conquistado". Pero la violencia sigue estando en los corazones y en la calle amenazando el porvenir con sucesivas ruinas.  A los criterios y pareceres de hoy, sería provechoso recordar las palabras de Edith Stein, la santa carmelita martirizada por los nazis: No se debe aceptar ninguna verdad que no venga acompañada del amor, y ningún amor que no venga acompañado de la verdad.  Amor y verdad, debieran ser los mozos de ciego que nos iluminaran los comportamientos.

Entre los muchos escándalos que aún debieran sobrevivir para aplicar así un compromiso de bien con nuestra sociedad, estarían tres que sobresalen:

*Los que confunden a los débiles de pensamiento inculcándoles que el aborto no es un crimen, sino la consecuencia de una decisión que, en uso de mis facultades, ejecuto, porque en el vientre de una embarazada sólo hay un embrión, no una vida...

*Los que, injustamente, se enriquecen a costa de los pobres viendo, impasiblemente, cómo el hambre les llega a las gargantas, sin permitir que la fraternidad y la compasión les rompa los bolsillos. 

*Los pederastas, incapaces de medir las consecuencias de su capricho sin saber que, después de sus veleidades, no habrá quien seque el manantial de tristeza que dejará a los niños violentados, para siempre, sin su música.

A todos, una piedra de molino atada al cuello y arrojados al mar de la esperanza. Sí, de la esperanza, porque el que cree en Jesucristo tiene la posibilidad de pedir perdón y empezar de nuevo. Y porque son de los nuestros. Sin que esto signifique que la ley positiva deje de  cumplir su recorrido.




22 septiembre, 2012

DOMINGO XXV del TIEMPO ORDINARIO. Sabiduría 2, 12-17 ; Santiago 3,16ss ; Marcos 9, 30-37

La bandera en el cielo


CAÍN EN LA MEMORIA


Sin miedo a exagerar, podríamos decir que la historia de la humanidad está    señalada por la envidia. Los pies de Caín se llenaron de heridas y no pudo esconderse de la pregunta divina tras haber dado muerte a su hermano Abel por envidia. Agar y Sara, Lía y Raquel, Esaú y Jacob... ruedan  amarillos por las páginas del Antiguo Testamento envueltos en sospechas,  temerosos y aturdidos, desconfiados entre sí por miedo a que unos u otros puedan llevarse el manto de la importancia. 

Las guerras no son más que envidias puestas de pie con las uñas crecidas. 

Una boca grande que se come a sí misma, escribo en uno de mis libros que es la envidia, pero es más aún, es desolación y denuncia de la más terrible soledad personal, aquella que no se soporta porque no tiene nada que decirse y ha de echar mano a las apariencias para sentirse alguien. Los apóstoles del Señor también cayeron en la trampa de querer ser los abanderados y se lamentó Jesús de que la claridad de su palabra no hubiera servido para nada.

Para casi nada sirve el rastro que ha dejado la experiencia de tantos hombres civiles o eclesiáticos, zaheridos por la envidia de los menesterosos que, en lugar de haberse preocupado por agrandar sus virtudes, se conformaron con seguir pidiendo limosna a los que a su vez vituperaban... Sobrevivirán de incertidumbres.

Contra la envidia, humildad, que Jesucristo ha prometido abundancia para los que decidieron ser pequeños.






15 septiembre, 2012

DOMINGO XXIV del TIEMPO ORDINARIO. Marcos 8, 27-35

Guggenheim por dentro



¿QUÉ SABEN DE NOSOTROS?


Intuyo una cierta amargura entre los labios de Jesús cuando les hizo a los suyos la pregunta: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?

Si gracias al humo se sabe por donde viene el fuego, a los apóstoles, a Pedro, por como responden, se ve que no les ha llegado aún la quemadura. Alguno le contesta que es el Mesías, pero cuál de ellos: ¿el que le han dicho que dicen las Escrituras? ¿El que aguarda Israel? ¿ El que ha fabricado cada uno con los diferentes hilos de la necesidad?

Ni entonces ni ahora sabemos quién es Jesucristo: sólo un clamor de señales encendidas nos conduce  adonde no sabemos por la noche estrangulada y solitaria, a la espera de que, en un descuido del tiempo, se junte por fin Amado con amada.

Poco sabemos de Jesús. Sólo que se trata de un hombre que también es Dios y que colgó su misterio en una Cruz llevándose la llave de la sabiduría. Nos queda la contemplación y las ganas de abrir la cerradura... Cicerón comenta que fue Bías, el filósofo griego, quien acuño la famosa frase: me llevé todo conmigo, cuando tuvo que huir sin poder llevarse nada. Únicamente su sabiduría y su experiencia.

Jesucristo se lo llevó todo consigo, pero nos dejó su amor para que vayamos haciendo el equipaje. Nos dejó una cruz suficiente ajustada a la debilidad.

Poco sabemos de Jesús. Ni de nadie. Muchos de los que leen estas reflexiones nos conocemos casi desde niños, pero no nos conocemos a fondo, quizá tampoco haga falta. Basta con que la vida nos sorprenda queriéndonos. Porque cada uno de nosotros es la historia de mil raíces que se enredan dentro buscando para mamar el pecho verdadero... Antes de cada palabra ha existido el pálpito que la condujo hasta la boca. La emoción fue antes que el pensamiento. El labio antes que el beso. ¿Quién puede descifrar el pálpito, la emoción o las azules venillas del labio?

De cada uno conocemos la luz que le proyectamos. Y la mayoría de las veces, como con Jesucristo, en medio de la noche nos abandonan las estrellas.

08 septiembre, 2012

DOMINGO XXIII del TIEMPO ORDINARIO. Isaías 35, 4-7 ; Marcos 7, 31-37

Goya. Autoretrato

HACERSE EL SORDO


A poco que uno se mire a sí mismo, descubre que el ser humano tiene más de fracaso que de acierto. Si el profeta Isaías nos anuncia que ha de llegar un día en que el cojo saltará como un ciervo, la lengua del mundo cantará y el páramo será un estanque, quiere decir que lo más llamativo en el alma es la mudez, la cojera y la sequía.

Nunca estuve muy seguro si es provechoso tanto análisis personal ni si es indispensable esa continua corrección fraterna. Los consejos que nos dan suelen ser tan confusos y sesgados como los propios. Por eso conviene que, para que se purifique la voz que nos fatiga, sea saludable hacerse con frecuencia el sordo. Hasta que llegue alguien que nos haga escuchar lo que conviene, aunque no sea lo preferido, y nos recomiende hablar lo justito para no engañar demasiado. Esta suerte fue la que tuvo el sordo del evangelio de san Marcos y que me temo no está siempre al alcance de los propósitos.

Personalmente puedo decir que en ciertas ocasiones me ha convenido hacerme el sordo:

-Cuando me pidieron rigores que no podía cumplir. (En las cosas de Dios andar como pudieres, escribió san Juan de la Cruz).

-Cuando me contaban la historia a través de gobiernos y de guerras y no desde la luz que aparece, desde la sorpresa de un amor que estalla y dulcifica. Nadie me contó que la historia verdadera llega cuando la mano del aire nos toca el pecho para que el corazón tenga su alivio.

-Cuando alguna vez me dijeron que era viejo o feo o torpe: -Ha pasado tu hora y lo que eras no deslumbra. Aquellos no sabían que siempre queda la flor de un apetito sin descanso por la carne y por el alma.

-Cuando me dijo uno que se tenía por sabio que la realidad es lo único que tenemos... De sobra sé yo que lo visible es apenas una lámpara chica que no está hecha para soportar tanta luz.

Sólo cuando un relámpago fiable me advirtió que estaba pasando Jesús, dejé de hacerme el sordo. Corre a que te limpie los oídos  --me propuso el relámpago. Corre a escucharlo antes que contaminen su palabra los de siempre.

01 septiembre, 2012

DOMINGO XXII del TIEMPO ORDINARIO. Salmo 14 ; Marcos 7, 1-8ss





Las manos del santo cura de Ars

MANOS LIMPIAS CORAZÓN LAVADO


En los árboles, el tronco es el capitán que gobierna, la sustancia del fruto, pero las ramas quienes achican el aire, las que soportan la levedad de los pájaros, las avisadoras de la lluvia a las hojas. Las ramas son el nervio visible de la sangre que oculta la madera. Pero puede que al tronco lo atraviese un rayo fugitivo y ya sólo puede esperarse de él ramas marchitas, hojas sin fuerza.

Así los seres humanos.

En el corazón habitan los desvelos, surgen como fuentes los amores, se amontonan las caridades y las manos son, entonces, ángeles de las palabras, oleaje de las conversaciones. Ellas se esfuerzan en pincelar el aire con la hermosura del alma. Sólo cuando el corazón es herido por el rayo de las ambiciones, se le desgarran inevitablemente las entrañas quedando las manos como pájaros sin horizonte, igual que memorias olvidadas.

Para los fariseos de este pasaje de san Marcos, son más importantes las manos lavadas que los corazones limpios, los ritos que las verdades, las ramas que el tronco. Para Jesús, el Maestro, si lo visible no es el fruto de un alma impecable, si las manos no enmarcan lo interior, son cáscaras vacías. 

Por eso, a los fariseos no los quiere en su casa. Para que el hombre habite en su tienda, dice el salmo catorce, es indispensable vivir honestamente, practicar la justicia, que en su corazón no haya calumnias ni difame al vecino con la boca. Y que el dinero no lo preste a usura.

Dios no puede vivir con los que roban, ni con los que acomodan la justicia según sus conveniencias. De ninguna manera con aquellos que calumnian a los honrados que quedan. Dios no vive en lugares ni en personas donde se presta dinero a unos intereses que no se pueden pagar y cuyo resultado es la ruina o la desesperanza de familias y pueblos.

... Ni  hay manos en el mundo que puedan medir tanta distancia entre los que así obran y el Dios que no cesa de acercarse en Jesucristo. 



25 agosto, 2012

DOMINGO XXI del TIEMPO ORDINARIO. Efesios 5, 21-32 ; Juan 6,60-69

 san Pablo predicando

UN LENGUAJE INADMISIBLE

Esas maneras de hablar, esos proyectos sonoros que luego son irrealizables, esas argumentaciones de doctrina que parecen vivir a las afueras de la vida, esa presencia callada de Cristo en el alma, quién está en condiciones de seguir, quién se atreve a hacer suyo este lenguaje inadmisible... esto es lo que vienen a decirle a Jesús quienes tantas veces lo han oído.

Más adelante, en el mismo evangelio de San Juan, Cristo ve cómo se le van yendo los amigos por parecidas razones. Descubren en su inconsciente que la exigencia de vivir la doctrina  que trae precisaría de un perdón infinito.

¿Quién puede seguirte, Señor, cuando lo que nos pides es amarte sobre todas las cosas, perdonar de corazón a los miserables; no cometer actos impuros que, para Ti, son impuros cuando se realizan fuera del matrimonio, desordenadamente?. Quién?... Necesitaríamos, como digo, un visible y constante perdón infinito. Porque lo que nos pide Jesucristo no es lo que apetece nuestra naturaleza, lo que el mundo señala en su continuo pensamiento como lo que debe hacerse.

...Y se va quedando solo Jesús, se van retirando sus amigos a los rincones de otro proceder más cercano a su ser de hombres, sin haber experimentado aún  que su  lógica es un camino que termina en la soledad interior, a veces en la desesperación. Mirad el infortunio de Judas después del beso o la tragedia diaria de los que supieron conseguirlo todo menos la menuda abundancia de ser felices cada día.

¿Adónde iremos, Señor, sin Ti?

Se me ocurre pensar, para no escaparse de Jesucristo, para no salirse de su amistad, llevar a cabo con firmeza dos actitudes personales: olvido y confianza.

Es indispensable quemar con la llama del olvido los secretos inconfesables, difíciles de arder porque son en nosotros aún como las ramas verdes. Echar al fuego las hojas de los tiempos caídos.

Y la segunda actitud, la más claramente exigida en las lecturas de hoy: confianza. Saber de quién nos estamos fiando, como niño que camina seguro llevado de la mano, como mendigos a las puertas de la sabiduría. Porque la lógica la argumenta todo el mundo, es lo que más normal parece, lo que entra en razón, pero, a vista de horizontes más largos, no necesariamente es lo verdadero.



18 agosto, 2012

DOMINGO XX del TIEMPO ORDINARIO. Efesios 5, 15-20 ; Juan 6, 51-58

Pie de Cristo. La Piedad de M.A.
FIJAOS BIEN CÓMO ANDÁIS

A veces tantas lágrimas juntas no nos dejan ver cómo andamos. San Pablo en Efesios nos lo avisa: fijaos bien cómo andáis. La inmensidad de cada uno debiera ajustarse al hueco de una ventana y calcular, si fuera posible, qué montañas nos quedan por subir, en el recodo de qué llanura están los ríos, en la copa de qué árboles duermen los pájaros. Pero Dios ha querido que nada sea previsible y que escalemos diariamente por los andamios de la duda hasta llegar a Él.

En algún sitio he leído o me han dicho o lo he inventado, que preguntaron a un anciano con más de cien años los motivos de tan larga vida:

-He agradado a Dios procurando hacer bien tres cosas: Amar como he sabido, regar el jardín y la huerta e ir a misa.

Bien sabe Dios que no siempre se ama bien  --proseguía el anciano--, que con frecuencia se confunden con amor los desatinos, el hilo del placer que se esconde entre los dedos, la sustancia de los caprichos... Pero un día encontré a mi mujer que descansaba en un pozo aguardando su turno de agua. Desde entonces todo lo amé desde ella. Y los hijos bebieron siempre la eternidad de aquel encuentro... más de una vez quisieron robar, para sus bocas, nuestros besos.

Regando el jardín y la huerta aprendí la paciencia dolorosa del trabajo. Aprendí, sobre todo, que en la vida se necesitan, con la misma urgencia, patatas y rosas, perfumes para el alma y comida para el cuerpo. Y antes de que amaneciera yo salía cada mañana en busca de las esperanzas sembradas. Muchas tardes regresaba a casa con el alma caída. Pero siempre tuve la constancia de ir, la voluntad de que asomaran las raíces.

Ni un domingo siquiera he dejado de ir a misa. El cura nos hablaba siempre del pan de Jesucristo recién hecho, del horno incansable de su corazón, de la panadería de Dios, para que no nos faltaran las fuerzas ni su presencia. De que no debíamos ir a comerlo de cualquier manera. De la fatiga del hombre que no se sienta a su mesa. Un día al cura se le olvidó consagrar, pero no se le olvidó el amor que nos tenía y nos convidó del Pan guardado, tan crujiente y nuevo como si lo hubiera sacado del pecho...

Y ustedes podrán decirme por qué hoy, con tanta necesidad, con la falta de trabajo, con la multitud de problemas que se están viviendo, viene usted a contarnos estos cuentecillos, este derramamiento de inocencias... Y yo les digo que sí, que quizá nos haga falta a todos empezar de nuevo. 

11 agosto, 2012

DOMINGO XIX del TIEMPO ORDINARIO. I Reyes 19, 4-8 ; Efesios 4,30ss ; Juan 6, 41-55


Pompeya

CAMINOS DIFÍCILES

En este pasaje del Libro de los Reyes, nos extraña ver atormentado y en las últimas a Elías, bajo una retama y sin jardines, sin más deseos en su corazón que verse muerto... Ajaz y Jezabel eran los reyes perversos del pueblo elegido. Adoraban a Baal y perseguían al profeta y al Dios de Abraham, de Isaac y de Moisés, que unía son grueso cordón de seda la historia de Israel. Elías no se encontraba con fuerzas después de tantas persecuciones hasta que llegó ese ángel con ánimo y con pan para el camino. 

Especialmente, en el evangelio de san Juan, Cristo insiste en el pan de la Eucaristía como remedio para la debilidad de los caminos. Caminos difíciles de piedra que se alisan al andar y que pueden ser de tres tipos:

Caminos familiares. Todavía el amor, la comprensión y la ayuda son las venas que distribuyen en nuestro pueblo la sangre común de la familia. Sin embargo, esta sangre compañera se mezcla a veces, dolorosamente, con ruidos, malos tratos, indiferencias y rutinas, angustias y sobresaltos, hijos que pronto han aprendido el idioma del desarraigo,  padres que ya no se recuerdan en los primeros besos, en el novial aprieto de sus cinturas... Pan, el Pan de Jesucristo devolverá a todos el equilibrio de las fuentes del corazón y sus maneras.

Caminos económicos. Pedía limosna en Madrid a la puerta de una administración de lotería. Conservaba una elegancia llamativa en la forma de abrir la mano, en la energía del labio. Al instante, caí en la cuenta de unos versos recién leídos de Paul Celan: Mi florecer se da en la hora marchita / y reservo una resina para un pájaro tardío. 

Soy Martina Alba, me dijo, ya se figurará el alcance de mi pensión. Y estoy aquí para seguir pagando la vieja hipoteca de mi piso y no verme en la calle. Pero nunca Dios me ha faltado... Pan, el Pan de Jesucristo para que se vistan de ángeles los hombres y compartan la esperanza de los pobres.

Caminos del espíritu. El alma del ser humano es parecida a un pueblo por donde pasa un río. Un día se levanta y descubre que el río no lleva agua, que la ceniza de los árboles quemados im- pide que se pueda ver por los cristales, que el amor de los vecinos es una lengua callada, que han dejado las farolas de alumbrar las soledades y que siente en lo más íntimo una guerra de paraísos perdidos... Pan, el Pan de Jesucristo trae palabras y amor para la soledad, luz para las madrugadas y el agua, el agua inacabable del río su vida.