31 diciembre, 2010


Formosa (R.Argentina)
RECONOCER LO ESCONDIDO

Razonando poéticamente, escribe Martín Portales que Dios no es ni está, sino que se sucede a sí mismo. A sí mismo Dios sucedido en cada año, en cada maternidad cumplida, en las orillas continuas de la paz.

María Madre de Dios es lo primero en este primer día del 2011. Madre del misterio que no puede revelarse del todo porque su Todo no cabe en el universo. Cuando el ángel le propuso ser la Madre de Dios, ella sentiría que le faltaba corazón para contener la maravilla. Sin embargo, a fuerza de hacerse sitio en el pecho del amor, le cupo dentro la divinidad, reconociendo que le habían nacido unos ojos nuevos para descubrir lo que a simple vista era imposible. Madre de Dios y Madre de todos los pequeños misterios que abundan en la pobreza del hombre y que en Ella tienen su luz y su gobierno.

Madre también de la Paz que queda depositada en el ser humano tras la presencia de su Hijo. Dios no reina sino en el alma pacífica y desinteresada, clama fray Juan de la Cruz, sabiéndose el destinatario más lúcido... Mientras guerras y batallas, soterradas o visibles, se den en nosotros y en el mundo, la Paz de la Madre de Dios será sólo deseo, respetuosa y repetida intención.

...Y un año nuevo no es más que un modo de ponerle números al tiempo, ese loco indetenible que de vez en cuando saca su copa de champán para mojarnos la conciencia y recordarnos cuántas horas perdemos en buscar el tesoro donde no hay más que arena. Sigue ágil y viva la serpiente de nuestros pretendidos paraísos y sigue engañándonos con manzanas vistosas. Cada año una mordida y un nuevo desencanto... Que en la dificultad del 2011 encontremos el amor de Dios, dignidad y trabajo, y una lucha por aprender a querernos como buenos hermanos.

25 diciembre, 2010

FIESTA DE LA NAVIDAD

¡FELIZ NAVIDAD!

Cada año, la candela de la Navidad se lleva nuestros sueños escritos en el papel del tiempo. Cada año, ríos y relojes se dan cuerda a sí mismos para llegar a diciembre con agua limpia para la sed de todos y más horas con que agrandar el horizonte de la vida.

Pero sin el Niño, sin el Dios que nace, de lo quemado en la candela no brotará la esperanza de mejores sueños; los ríos y las almas se quedarán sin agua provechosa; y los relojes, nuestros relojes, echarán de menos la nueva maquinaria que fija la hora del amor en el corazón y las familias.

En nuestro Belén parroquial de San José, los ríos llevan a Dios el nombre y la necesidad de los más pobres; los fueguecillos de la fragua han de ofrecer a los solitarios la ternura infinita de lo pequeño; y el reloj que señala la estrella donde Jesús ha nacido se detendrá en el universo, como una flor de piedra, en el asombro luminoso de sabernos para siempre amados.

¡Feliz Navidad a todos!

18 diciembre, 2010

DOMINGO IV de ADVIENTO. Isaías 7,10-14 ; Mateo 1, 18-24

San José. Cat. de Palma

SEÑALES Y SUEÑOS

Contamos los pasos que faltan, como locos ardiendo en la impaciencia. Belén es el corazón del mundo y está a un paso. A un paso de todo también está la duda, la altura más alta y el abismo. Dios en su anchura vive a un paso.

Este cuarto domingo de adviento se lo dedica la Iglesia a las presencias ejemplares de María y de José, mientras ellos se miran intensamente tratando de adivinar la luz que hay detrás de sus ojos, el porvenir de su abrazada perplejidad. En el libro de Isaías, Acaz no quiere pedir una señal para no tentar a su Dios: le basta con notarse un fuego en el pecho y saber que sólo la zarza de la fe arde sin apagarse... Hay señales que no precisan más explicación, están ahí dejando en el alma un no sé qué que queda balbuciendo. Por otra parte, quien pide señales, está sin querer desconfiando. Los amores bien urdidos se bastan en su locura a sí mismos, por eso la Virgen contempla y vive su llenura de gracia con la misma naturalidad que sale un hijo a la vida.

San José, no es que haya pedido señales, sino que su justicia no puede cobijar tanto asombro en el misterioso embarazo de su esposa, y piensa refugiarse en su secreto y en su soledad abandonando a María antes de que la ternura le venza. Un ángel del Señor, sin embargo, aguarda a que se quede dormido y le convence en sueños de la integridad de su esposa, a la par que le pide otra manera de vivir con María, el más alto oficio de padre y el ejemplo a un Hijo que ha venido para derramar en el mundo todo el amor de su Padre... Y es que cuando los sueños son de Dios, se entiende todo y se abre, como boca de volcán, la inteligencia.

Dios se va explicando, cada día, en la vida.

11 diciembre, 2010

DOMINGO III de ADVIENTO. Isaías 35, 1-6ss ; Santiago 5, 7-10 ; Mateo 11, 2-11


EL GOZO DE SABER QUE VIENES


Nuestro poeta Muñoz Rojas, en su libro Rosa, se lamentaba delicadamente: Se me fue la vida intentando detener la hermosura. Así a nosotros, en cada año que pasa, en cada Navidad madrugadora, contamos con una grieta más en las manos, brotada por el afán de sujetar la Hermosura de Dios que se achica en Jesucristo que, aunque niño, desborda la cuna de los corazones. Creo que fue Rafael Guillén, mirando a su esposa, quien se dejó caer en un verso sublime: Dios cabe en el hueco de nuestras manos juntas. Si es la cuna el amor, no solamente en ella cabe, sino que también reposa.


Hoy tenemos la alegría de saber que viene para hermosear al hombre, para vestirnos de su luz y salvarnos, no con salvaciones de problemas concretos ni siquiera con el milagro de una fruta alcanzada, sino para salvarnos enteros, desde la entraña hasta la última raya del pensamiento, desde la intención de mirar hasta el abismo de ser.


Ah, Dios todo en el vientre del deseo, sostenido por los flujos inmaculados de María. Dios errante y quieto en la menudencia de un asombro. Dios acunado en las manos del mundo si el mundo fuera capaz de unir sus manos para sentir el peso de tanta maravilla. Paciencia, que ya llega. Paciencia, Dios a punto de nacer, que también nosotros llegaremos algún día al nacimiento pleno de encontrarte.

04 diciembre, 2010

DOMINGO II de ADVIENTO. Isaías 11,1-10 ; Mateo 3, 1-12

Anunciación. Pta. Sta. María de los Ángeles y de los Mártires. Roma


CONVERTIRSE ES CAMBIAR DE POSTURA

En su Vida Secreta, Dalí nos señala: Todo me modifica, nada me cambia... Es bueno que los amigos modifiquen nuestro carácter, que las circunstancias modifiquen las calles por donde pasamos, las comidas que comemos. Que sean modificadas nuestras indecisiones o nuestras frivolidades. Es una pena, sin embargo, que cambiemos la identidad por un plato de lentejas, que nos engañen hasta que nos quitan el oro dejándonos el cobre. Es una pena que alguien pueda caer en la tentación de dejar el Camino y tomar la vereda. Dios es el único que nos hace felices. Lo sabemos de sobra. Porque la vida cansa, o no, dependen de con quien se vaya.

En su tiempo leí que Carter había sufrido una devastadora depresión cuando fue derrotado en las elecciones a presidente de los EE.UU. En su familia, lo intentaron todo. Estaba convencido que la vida era una oposición a la cátedra de mando, que sólo se es uno mismo cuando se gobierna, cuando se decido en los más altos niveles...Derrotado, su hermana monja le hizo ver que cómo podía pretender el gobierno de tan alta nación si no había sabido gobernar su voluntad en los niveles más sencillos.

Poco a poco, Carter preparó su corazón para la paz. -¿Cómo ha sido el cambio?, le preguntó de nuevo su hermana religiosa, ¿de qué forma y cuándo lo has notado?. Y así supo contestarse el expresidente confundido:

-En que yo antes, cuando me encontraba con alguien, lo primero que pensaba era en qué medida esa persona me podía beneficiar; ahora, con todos los que me cruzo sólo pienso en cómo podría yo ayudarles...

Convertirse es darse a luz desde otro vientre.

27 noviembre, 2010

DOMINGO I de ADVIENTO. Isaías 2, 1-5 ; Romanos 13, 11-14 : Mateo 24, 37-44


Grecia. Meteora


ADVIENTO ES DESEAR

Son difíciles de esconder los deseos. Están en el fuergo de los ojos, en la prontitud de las manos, en las alas de la voluntad, en las prisas del corazón... Desear es adelantarse, vivir ya lo que está a punto de aparecer. Jesús, el Señor, llega siempre a la Eucaristía, pero viene con otro aire si se le desea.

Ah, cuánto deseaban aquellos judíos que apareciese en su historia y en su país, en sus familias y en sus esperanzas, el Hijo de la Libertad. Tenían sobradas razones para agrandar sus ansias. La primera, el cansancio de sufrir la vieja invasión del Imperio Romano con la exageración de sus impuestos, la veleidad de sus costumbres, la imposición de sus dioses... a un pueblo tan religioso como el hebreo, el elegido por Dios, quisieron cambiarle camino por vereda. Les habían descosido en el Imperio los bolsillos de su economía y, al mismo tiempo, quisieron desangrarle los bolsillos del alma.

La segunda razón es lo que anunciaban como inminente las Escrituras y por un pálpito inexplicable de ausencias que soportaban en el pecho como una advertencia continua. Igual que aguarda el centinela la aurora, los judíos esperaban el nacimiento del Mesías. asomándose al desencanto de su tristeza.

Adviento es desear.

Con padecimientos paralelos, los cristianos de hoy aguardamos la recompensa de la liberación. Puede que no con tanto deseo. Es posible que con menos sangre en la esperanza, pero de todas las maneras Él va a venir, ha venido ya, si se nos agrietaron los labios de llamarlo.

20 noviembre, 2010

SOLEMNIDAD DE CRISTO REY. " Samuel 5,1-13 ; Lucas23, 35-43

(David. Museo de Avignón)
UN REY DE LOS PIES A LA CABEZA


Aquellos judíos querían ser como los demás pueblos y pidieron a Dios que les nombrase un rey con quien lucirse ante el mundo y desde el que consiguieran una salvadora unificación. Samuel ungió a Saúl que, en el ejercicio de su función, se fue volviendo loco, huraño, descreído, vengativo... Un muchacho rubio, con fama de músico y poeta, que luego fue también guerrero, le sucedió en el trono después de haberle sido fiel y haber buscado para Saúl las músicas mejores. Tanto David como su hijo Salomón fueron reyes dignos que el pueblo hebreo exhibe en su Historia como los prototipos del bien...Más tarde vinieron los emperadores de Roma, los reyes títere de Judea... pero, aunque los judíos conservaron en su mente la magnificencia de la realeza, estos reyes del tiempo de Jesús eran ya otra cosa y sufrían continuamente el miedo a desaparecer por no haber sido justos en sus responsabilidades.


Jesús, el Señor, a ninguno de estos reyes se asemeja. Él es un Rey de los pies a la cabeza porque es a los pies de los demás ante quienes se postra para servirles como siervo de amor, y porque usa con frecuencia los pies para escaparse cuando quieren hacerlo rey de panes y peces milagrosos a la falda del Tiberíades. Y en su cabeza de Rey crucificado habrá siempre una corona de espinas, instante eterno de entrega por el cual recibirán los siglos su salvación.


Tuvo miedo Pilatos y los sumos sacerdotes tuvieron miedo y el reyezuelo que mantenían para que saludara al pueblo desde los torreones. Tuvieron miedo porque no les había alcanzado la luz para entender que la corona de Jesús, el Señor, sólo podía buscarse en las orillas del débil, en el ancho plato de la pobreza.

13 noviembre, 2010

DOMINGO XXXIII del TIEMPO ORDINARIO. Miqueas 3,19 ; Tesalonicenses 3, 7-12 ; Lucas 21, 5-19

LA DESTRUCCIÓN O EL AMOR

Es el título de uno de los libros poéticos más profundos y proféticos de Vicente Aleixandre que, con toda justicia, enmarca en sus dos palabras clave lo que va a ocurrir con el mundo si no ejercitamos el amor a la manera evangélica. El profeta Miqueas corrobora lo que acabo de escribir: No quedará ni la rama ni la raíz de los que se enfrentan a Dios; no de aquellos que ignoran a Dios en su debilidad, sino de los que desafían su grandeza y su inmenso corazón de Padre volcado en Jesucristo. Miqueas cumplimenta su preciosa escritura con una frase decisiva: los que aman a Dios tendrán la salud en
las alas.

Y ¿qué se destruye en verdad o qué vacíos dejamos en el mundo sin amor?. En nuestra sociedad se intenta destruir los valores que han sido cimiento de una civilización que ha dado frutos inequívocos de paz, de justicia, de solidaridad... regalos edificados desde la comunión que ha permitido reconocernos como hermanos o en camino de fraternidad. Spencer escribía: Si es un deber respetar los derechos de los demás, es también un deber respetar los propios. Y nuestros derechos --lo escribía yo en mi última novela hablando de María Zambrano-- es que los gobiernos no favorezcan la religión, pero que tampoco la estorben. El Santo Padre lo acaba de decir en su último viaje entre nosotros: es agresiva e impropia la conducta de algunos gobiernos que se ensañan con lo más hermoso que nos ha dejado Cristo para el bien de todos: el entrañable amor en la verdad. De él y contra quienes no lo aprovechan nos habla San Lucas en el evangelio de hoy con un dolor escondido.



Colecta y oración para nuestra Iglesia Diocesana. Que siempre encontremos en ella el Pan de la Eucaristía, el Pan de la Palabra y el otro pan, tan necesario ahora, que ayuda a sobrevivir desde el signo de la comunión.

07 noviembre, 2010

DOMINGO XXXII del TIEMPO ORDINARIO



VIVIR DE OTRA MANERA

Aún conservan su fueguecillo los llantos y las misas celebradad por nuestros difuntos. Quedan rosas rojas y gladiolos y tulipanes blancos sobre los nichos limpios, sobre las memorias recordadas. Aún quedan grietas de dolor en los amores deshechos, cuando la liturgia nos presenta este domingo en labios de Jesús una clave para entender la resurrección ante la pregunta maliciosa de los saduceos que creían, más que en la resurrección, en fantasmas de castillos deshabitados o en espíritus que se habrían de presentar en una especie de pasarela de las envidias.

También en gran parte de nuestra cristiandad nos figuramos casi todo, menos que la otra vida será precisamente eso: otra. Y cualquier añadido o componenda no dejarán de ser lazos de imaginación que no podrán corresponderse con la realidad. Podemos creer, o soñar, que en la eternidad tendremos una especie de vida mejorada, una abundancia sin límites de lo que en esta vida carecimos. Jesucristo, oscuramente aclara: seréis como los ángeles...

Algo, sin embargo, podemos figurarnos que caracterizará al otro mundo. Esta vida nuestra de aquí se maneja por los apetitos: ambicionamos poseer, tener amores y proyectos cumplidos, deseos de triunfo y de gobierno, preocupación por la vejez y por los hijos... Cuando en el paraíso cesen del todo los apetitos no habrá necesidad de ir como mendigos en busca de lo que aquí dejamos. Todo será contemplación, recorridos de luz por el infinito rostro del Padre. Al haber salido de la materia y de la carne, instalados en la maravilla, no habrá más memoria que los ojos de Dios bañándonos en una dicha inacabable.

23 octubre, 2010

DOMINGO XXX del TIEMPO ORDINARIO. 2Timoteo 4,6ss ; Lucas 18,9-14

BOCA DE LEÓN

Pareciera que poca relación tiene el reconocimiento de lo que se es --centro y matriz del evangelio de hoy--, con esta fiereza de los muchos leones obsesionados alrededor con quitarnos la vida.

San Pablo, en la segunda carta a Timoteo, se congratula de haber llegado a la última cinta de la meta con la fe intacta. Y de haber sido librado de la boca del león... de los recios colmillos de Alejandro, el calderero, y de cuantos gentiles dificultaron con saña la predicación... Leones por todos lados que pretenden espantar las bondades de la fe. Leones con su boca abierta dentro de nosotros mismos. Pero hay leones, también, de boca cerrada que suelen ser los más peligrosos: aquellos que se acercan de puntillas, invitándonos a convivir y a dialogar, a relativizar las cosas importantes, a hacernos creer que son inofensivos.

Dice hoy el libro del Eclesiástico que el grito de los pobres traspasará las nubes. Pero ahí está el primer león que nos distrae hasta convencernos que los pobres están lejos, que nosotros bastante hacemos con la ayudita del Domund y los céntimos a los que dormitan a la puerta de las iglesias. Los pobres verdaderos, sin embargo, están en las esquinas del alma, arrinconados por las injusticias, por la ambición de muchos y por la indiferencia de la mayoría.

El orante fariseo del evangelio, no es que sea mala persona, es que le tiene miedo a las garras de la verdad y no está dispuesto a reconocer los peligros de un león que llega a su inteligencia como gato amaestrado advirtiéndole que los verdaderamente malos son los otros. Es el león que tapa con su corpulencia la luz impidiendo que pueda reconocerse tal cual es delante de Dios.

...Son los muchos leones que no nos matan de una dentellada, pero anestesian la fe y nos dejan más quietos que dormidos. Aún peor, nos dejan equivocados.

San Pablo se reconoce libre de tantas bocas de león a su lado, de tanto desgarro dentro. Y por eso se despide de la vida como el que empieza.

16 octubre, 2010

DOMINGO XXIX del TIEMPO ORDINARIO. Lucas 18, 1-8

ORAR PARA VIVIR

Aunque Juan Ramón Jiménez escribiera que todas las rosas son la misma rosa: amor, la única rosa, no todas las voces ni todas las palabras ni todas las necesidades ni todas las ansias son las mismas por la sencilla razón de que el ser humano es uno y tan distinto a los otros, por más que se le parezca.

Toda la liturgia de hoy gira a la oración y a sus emprendimientos. A la disponibilidad y prontitud de los oídos divinos cuando alguno de sus hijos le reclama justicia para su vida. Pero Jesús deja en el aire de este evangelio un matiz en la forma de pedir las cosas que tiene mucho que ver con la prisa y la solución de lo que se pide. Naturalmente la oración no puede reducirse a levantar el corazón a Dios y pedirle mercedes, como en el antiguo catecismo, sino en la ternura de un pecho que se abre a la luz y que ya no necesita pedir nada porque desde la presencia de Dios ya nada se necesita.

Santa Teresa de Jesús, cuya fiesta acabamos de celebrar, es la gran experimentadora de los esfuerzos hasta alcanzar oración y de las consecuencias que ella nos ofrece como el don más alto que pudiéramos soñar. Escribe la santa que el día en que murió su padre comenzó a tener oración y, desde entonces, nunca más dejó de ser feliz. Como si de pronto Jesucristo le hubiera colocado su vestido de novia mientras dormía.

Más que la justicia desde los otros que pide la mujer del evangelio, debemos pedirle a Jesús justicia para uno mismo, candelas para los fuegos dormidos, presencia suya en relámpagos eternos. Sobradamente sabemos que sólo en su presencia somos purificados, en ella fortalecidos, por ella transformados. Su sola vista y hermosura mata la pobreza de los apetitos y satisface el hambre espiritual, enteramente, con lo más fino de sus labios.

02 octubre, 2010

DOMINGO XXVII del TIEMPO ORDINARIO. Timoteo 1,6-8ss ; Lucas 17, 5-10

TRASLADAR MORERAS. TRASLADAR MONTAÑAS

Desde San Pablo, y por la personal experiencia de la fe, tenemos conciencia de haber recibido un espíritu valiente, de los que no conocen fronteras ni disimulos, matizado sólo por la elegancia espiritual del comportamiento. Una fe que trasladaría montañas si no fuera por los brazos del pecado, que tanto sujetan.

JESÚS garantiza en este evangelio que si tuviéramos fe como un grano de mostaza, le podríamos decir a una morera que cambiase de lugar, y sería obediente; y a una montaña que bajase a la llanura hasta quedarse descalza, y ella misma encontraría sosiego en su bajeza.

Se me figura que trasladar moreras es lo que buscábamos en la niñez para darle de comer con sus hojas a los gusanos en su caja de cartón con agujeros. Ellos constituían el mejor asombro de nuestra infancia al comprobar cómo el gusano se iba labrando una mortaja de seda hasta morir y aparecer de nuevo convertido en blanca mariposa... Cambiar de sitio los árboles amados para que puedan alimentar mejor nuestro deseo de transformación. No nos ha de faltar la mano y la ayuda del que todo lo puede.

Trasladar montañas se acerca mucho más a un ejercicio directamente divino. Desde las palabras seguras del Maestro, podemos llegar a conquistar, como el Hiperión de Keats, nuevos y hermosos reinos y regir en ellos con las más atrevidas complacencias. La fe de trasladar montañas exige una luz firme y comprometida, recta y deliciosa, fraguada en el temperamento de la Verdad... Teresa de Lisieux, la santa carmelita que hemos recordado en estos días, trasladó su inocencia a la sabiduría de su tiempo, el dolor de no ser entendida a tantos como en el mundo aún no reconocen el amor de la Iglesia, su abundancia de espinas en lluvia de rosas que perfumaran la vida. Un grano de mostaza fue y han sido incalculables los corazones y las montañas que han cambiado de lugar por su doctrina.

25 septiembre, 2010

DOMINGO XXVI del tiempo ordinario. Lucas 16, 19-31



UN ABISMO INMENSO

En la vida, casi todo es una cuestión de distancia y de ojos. Cuando niños, eran más altas las palmeras y el Guadalquivir se llenaba de oro en las mañanas; a los pobres se les decía: perdone usted por Dios o se les daba una peseta si estaban a la puerta de una iglesia. Ahora, con la herida de los viejos pensamientos sobre la conciencia, el Guadalquivir casi no lleva agua, amanece a una hora distinta de los sueños y los pobres, ese abismo insalvable, sigue aguardando su dignidad en la otra orilla de nuestra mirada.

El Señor Jesús nos presenta en esta parábola dos casos extremos: un rico que sólo sufre indigestiones, que bebe licores de miel y no parpadea ante la música y que únicamente tiene ojos para ver cómo llegan los platos y el olvido. Y un pobre, Lazaro, que se alimenta en silencio de las sobras y agradece la lengua larga de un perro que le ha visto por tenerlo tan cerca. Pero también hay casos menos llamativos, más disimulados, con los que justificamos, por relativa impotencia, no hacernos cargo de tan radicales injusticias. Ellos están a mucha distancia y, ojos que no ven...

Recuerdo haber leído que Ortega, ya con muchos años, se lamentaba de la conducta de ciertos jóvenes: No es que no nos vean, es que ni siquiera nos miran, decía con sufrimiento.

Ya es hora de levantarnos del sueño, que escribía San Pablo. Hora de que abramos los ojos y recorramos el camino. Porque el abismo que hay entre los muy pobres y nosotros es habernos puesto ciegos de indiferencia y de vinos. A la hora de la verdad, la luz de los pobres anunciará su vuelo y será muy difícil entonces alcanzar con ellos semejante distancia.

18 septiembre, 2010

DOMINGO XXV del TIEMPO ORDINARIO. Amós8, 4-7 ; Lucas 16,1-13

LA IMPORTANCIA DE LAS COSAS PEQUEÑAS

Amós disfrutaba de sus rebaños y de sus higueras. Vivía asomándose al cielo y agradeciendo a Dios la placidez de una vida entre la contemplación y el trabajo. Seguramente cuando estaba amparado en lo más dulce de una noche, Dios agitó su pensamiento para que despertara a los que vivían entregados a las injusticias y abusaban del trabajo de los pobres, mientras ellos sólo tenían tiempo para comprobar en los graneros una abundancia conseguida a costa de los que no tenían siquiera lo imprescindible.

Ah, esos abusos con la vida de los hermanos! Cómo Dios sufre en los pequeños el fracaso de un amor que debiera a todos habernos igualado en las entrañas del bien, en el esfuerzo de allanar juntos el camino, y en compartir la inteligencia y el vestido, el esfuerzo y la enseñanza con los que muchas veces se quedan atrás por pura desidia, pero que aguardan la insistencia de una mano que por fin los levante del frío.

...Los indigentes, los drogadictos, los emigrantes que piden a la puerta de las iglesias, los parados a la fuerza, los parapléjicos, los que regresan la madrugada de los viernes llenos de indiferencia y de copas. ¡Tantos! Cada uno hijo de su historia, fruto de una circunstancia que no han buscado o de una frivolidad con la que jugaron demasiado tiempo. Por una causa o por otra, todos aguardan una redención que habrá de llegarles de quienes tuvimos la suerte de recibir una luz y haber sabido aprovecharla.

Los hijos de Dios que supieran gobernar esas ínsulas diarias de la sensibilidad en lo pequeño, que aprendieran a administrar la fortuna de su generosidad estando atentos, incluso a corregir o apoyar lo que no comprenden pero que a alguien beneficia, estarán en condiciones de administrar en el Paraíso las grandes fortunas de Dios, cuyos frutos recibimos todos los días los pobres de la tierra. Quien tiene limpios los bolsillos no importa lo grande que puedan ser las alforjas.

12 septiembre, 2010

DOMINGO XXIV del TIEMPO ORDINARIO. Éxodo 32,7ss ; Lucas 15, 1-32


SABER QUE ALGUIEN TE BUSCA

El alma del ser humano no siempre es navegable. Nos pasamos parte de la vida drenando nuestro río interior para que pasen los barcos y, cuando conseguimos expedito el camino del agua, no dejamos pasar a los mejores barcos que llevan un cargamento de gracia y de valores... A Moisés no le queda más remedio que interceder por un pueblo de cabeza dura y de fácil olvido que, en lugar se seguir por el camino del Dios que le ofrecido la libertad, se prostituye con el resplandor de las bengalas. Casi nunca sabemos qué hacer con la libertad, creyendo que se trata de elegir y no de decidir. Sólo se es libre cuando uno es dueño de sí mismo y sabe reponer el quebranto de su voluntad.

En nuestro evangelio de hoy, un pastor ha perdido su oveja más pequeña; una mujer busca en su casa hasta descubrir dónde se ha ocultado la moneda que perdió. Y un padre, que ha perdido a su hijo, no puede salir de su tristeza hasta que el hijo no vuelva.

Todo puede ser metáfora de que Dios nos ha perdido. Pero yo me atrevo a volver la oración por pasiva y proclamar que somos nosotros los que hemos perdido a Dios y diera la impresión de que, no sólo ignoramos dónde lo hemos puesto, sino que tampoco nos interesa demasiado.

...El viernes por la mañana, con la iglesia vacía, trataba de orar en paz y a solas cuando una niña de apenas cuatro años se me acercó despacio para preguntarme con voz muy baja: -¿Dónde está Jesús?. Allí, donde ves esa lamparilla roja que siempre parpadea, vive Jesús, le dije y, sobre todo en tu corazón. Pero la niña insistía: -Yo no lo veo. Cuando de nuevo le señalé el Resucitado que corona nuestro presbiterio, sólo supo contestarme: -Jesús me da miedo...

Hemos perdido a Dios de nuestras casas. No hay señales del Cristo en las cabeceras de los dormitorios, en las conversaciones con nuestros hijos, en la preocupación de nuestra intimidad, en el acierto de nuestros progresos... Y a algunos les da miedo por el esfuerzo que han de hacer si decidieron seguirlo, por la disciplina de amor que su cruz conlleva. El único miedo que da Jesús es cuando enfoca su lámpara sobre nuestra vida y descubrimos que están sin deshojar aún todas las margaritas.

04 septiembre, 2010

DOMINGO XXIII del TIEMPO ORDINARIO. Sabiduría 9, 13-18 ; Lucas 14, 25-33


CONOCER Y CALCULAR: LAS CINCO CONDICIONES


Como entiendo que también hay un sufrimiento por la ignorancia, aprovechando determinadas lecturas bíblicas, como las de este domingo, repaso y comparto con todos hasta qué altura ha llegado el vuelo de mi fe, desde las cinco condiciones del pájaro solitario que enuncia san Juan de la Cruz y que cada uno debe ensanchar por cuenta propia.

Lo primero es que SUBE A LO LÁS ALTO, más bien que quiere subir a lo más alto, y la condición es renunciar al peso del equipaje. Posponer el peso a cambio de más altura... Dejar para más tarde lo personal y lo inmediato, y recobrarlo luego desde el Señor con más ahínco.

QUE NO TIENE DETERMINADO COLOR. Los colores hermosean, pero también definen, encasillan las particularidades de cada uno mientras alejamos sin querer a los diferentes. El color del cristiano es la transparencia, que permite descubrir todos los horizontes.

QUE NO SUFRE COMPAÑÍA. Interpreto yo que no es cuestión de tener o no compañía, sino de no sufrirla. Sólo desde el misterioso saber de Dios, al que nos abandonamos con la primera lectura de hoy, el cristiano ve en cada uno lo que sólo el amor está en condiciones de descubrir... Si preferimos únicamente a los que nos aman, qué mérito tendremos?.

QUE PONE EL PICO AL AIRE. Para que no haya sofocación ni error en las palabras, antes de hablar o de tomar determinaciones o de ambicionar o de enfrentarse diariamente con las guerras entre lo que desea el cuerpo y la solidez del espíritu... poner el corazón y la boca junto a la boca y el corazón de l Espíritu de Cristo y entonces acertaremos con la conversación y las renuncias, con el trato y el ejemplo.

Y QUE CANTA SUAVEMENTE. Por fin el pájaro solitario pudo llegar a la última rama y descansar en ella con el sosiego de las batallas ganadas. El pájaro del alma ha llegado a Dios y su canto es una alabanza dichosa, al mismo tiempo que un regalo para los que pasan. Un obsequio y un reclamo para decirles a todos que se termina en la plenitud cuando se conoce la Verdad de Dios y se calculan los esfuerzos para alcanzarla.

27 agosto, 2010

DOMINGO XXII del Tiempo Ordinario. Eclesiástico 3, 17ss ; Lucas 14, 1.7-14


¿Adónde el camino irá?...

LOS PRIMEROS PUESTOS

La más clara prueba de humildad la ha dado Dios al hacerse hombre, anonadándose, una palabra sonora que casi termina en la nada.

A los humanos, bajar es lo que más nos cuesta, sobre todo, cuando hemos subido artificialmente por unas escaleras quebradizas. Séneca advertía que, en general, las alturas suelen ser despeñaderos... Y se debe sufrir inmensamente cuando se descubre que en los abismos del olvido no hay más que sombras. Sin embargo, a cuantos vivimos en los artificios de este mundo nos cuesta trabajo aprender. Y se hacen pasillos en los ministerios para preguntar qué hay de lo mío, pasillos en la larga cola de las recomendaciones, pasillos en los claustros de los obispados... aguardando una señal que, si llega, nunca llega del todo. Al fin, la indetenible jubilación pone en su sitio a las grandezas.

Cuando Jesús, en el evangelio de hoy, nos recomienda que en los banquetes ocupemos los últimos puestos para que el anfitrión, viendo nuestra humildad, nos acerque más a la cabecera de la mesa, está haciendo una radiografía completa del corazón humano.

Los que andan en la verdad, llamaba Santa Teresa a los humildes, porque han podido y sabido reconocerla allí donde casi nadie era capaz de buscarla. Y esa verdad no abunda en el reconocimiento de nadie, sino en el deleite de saber que hemos gustado al Señor por el continuo empeño de seguirlo. La triste verdad es la que aguarda a los que han puesto su confianza en los altos manteles de la vida. La sabrosa verdad es la que esperan los que supieron asomarse cada mañana a la Palabra y encontrar en ella todas las recompensas.

...Casi acabando, Cristóbal Colón escribió una carta a los Reyes de España, con párrafos como éstos: Yo no emprendí este viaje y esta navegación para ganar honores ni riquezas. Hace mucho tiempo que la esperanza de tales ventajas ha muerto en mí.. Estoy abandonado. Quienes tengan sentido de la caridad, de la bondad y de la justicia, lloren por mí... Y es que, sólo Dios es buen pagador, dándonos, a la tarde de la vida, sus mejores monedas.

21 agosto, 2010

DOMINGO XXI del TIEMPO ORDINARIO . Hebreos 12, 5-7ss ; Lucas 13, 22-30


¡SEÑOR, ÁBRENOS!

A veces el Señor, como refiere poéticamente Isaías, hiere al violento con la vara de su boca y al malvado con el aliento de sus labios. Pero son formas de decir que tienen los padres cuando deben corregir a sus hijos; así lo señala hoy la carta a los Hebreos. Aunque al final, como el mejor Padre que es el Padre Dios, terminará cumpliendo lo que profetiza Miqueas: Volverá a compadecerse y extinguirá nuestras culpas, arrojará a lo hondo del mar todos nuestros delitos.

Mientras tanto, Dios se ve en la obligación de corregirnos para que no concluyamos nuestra vida engordados por los caprichos y las veleidades, anchos e impotentes para atravesar la puerta del amor y la verdad.

Esforzaos (sería la palabra clave) por entrar por la puerta estrecha. ¡Esforzaos!

...Con frecuencia se camina en este mundo debajo del sufrimiento. La indigencia de muchas familias, las enferemedades irreversibles de algunos hijos; el trabajo duro, casi inhumano de bastantes hermanos nuestros... nos dan una idea de la estrechura por la que atraviesan en sus vidas. Para la subsistencia, estamos convencidos que es indispensable la lucha, el esfuerzo diario. No obstante, en lo espiritual, en aquellas negaciones o encauzamientos por donde hemos de dirigir nuestros apetitos, en las exigencias que conlleva el seguimiento de Jesucristo, caemos rápidamente en la flacidez, arguyendo que son mentalidades pasadas o sinsabores que hemos de evitar. Y se termina, en lo moral, cayendo en el relativismo del todo está bien según se haga y del no vivirá los sacramentos pero es un buen cristiano porque es una excelente persona. Queremos ensanchar la puerta cuando nos hemos dado cuenta de que no estamos en condiciones de pasar por ella.

¡Señor, ábrenos!. Somos los equivocados, los que creíamos que la educación cristiana era un trámite, los que entendíamos que nuestros hijos debían ser bilingües y estudiar buenas carreras para triunfar, sin hablarles demasiado de Dios para no importunarles en sus golosinas de juventud. Somos los mismos que unas veces te queríamos y otras te olvidábamos. Permite que pongamos remedio a lo que todavía tiene. Permítenos otra vez, Señor, comenzar a quererte.

14 agosto, 2010

ASUNCIÓN DE LA STMA. VIRGEN . Apocalipsis 11, 19ss ; Lucas 1, 39-56


VESTIDA DE SOL

Los periodistas, que quieren saberto todo, preguntaron a Borges bajando las escalerillas de un avión: -¿De dónde viene usted?. El poeta, con su profunda ironía, fue certero en la respuesta: -Y yo qué sé... ¡vengo de tan lejos!.

El Apocalipsis es un libro que viene de muy lejos, de las intimidades de San Juan, el apóstol que veía con más claridad las verdades cuanto más cerrados tenía los ojos.

¡María viene de tan lejos! En el más antiguo pensamiento de Dios ya estaba ella embelleciéndose con el oro de Ofir. Ya era su corazón cáliz inmenso donde recibir tanta gracia. Ya iba todas las mañanas a la escuela de la generosidad para fijar en los labios la decisión: He aquí la esclava del Señor.

En su lejanía, la Virgen agrupa todas las lejanías de los hombres y de los pueblos, sus viejos y constantes sacrificios; el ir y venir, el desasosiego y la calma de todas las familias; las dudas de no saber cómo tener un hijo a estas horas de la soledad y la certeza de que el Señor también en nosotros puede hacer maravillas. En María está el ser humano en toda su complejidad y hermosura, dispuesto a ascender con Ella al cielo después de que con Ella haya aprendido a trascender las cosas de la tierra.

... Y a sus pies un dragón, sigue diciendo el Apocalipsis, aguardando el nacimiento del Hijo para comérselo y echando del firmamento, mientras tanto, las estrellas barridas con su cola.

En la tercera estrofa de su Cántico, San Juan de la Cruz proclama convencido que no temerá las fieras, esas tentaciones del mundo y de la vida en las que, sin la pequeña luz de las estrellas apartadas con la cola del deseo, sucumbimos fácilmente.

¡Dragones a mí!, viene a decir David en el Salmo 33: Las tribulaciones de los justos son muchas, mas de todas ellas los librará el Señor.

















07 agosto, 2010

DOMINGO XIX del TIEMPO ORDINARIO. Hebreos 11, 1ss : Lucas 12, 34-38


El Arga a su paso por Miranda

CIELO, CAMPO, RÍO...

Bernabé de Jesús, un fraile compañero de fray Juan de la Cruz en sus tiempos de Segovia, declaró que el santo solía irse a las alturas del convento, entre cuevecillas naturales, y desde allí contemplaba el cielo, el río y el campo.

Tres paisajes que caben en una misma mirada y que son lección en la serena liturgia de este domingo.

El CIELO de la fe lo propone la carta a los Hebreos como el mejor modo de resolver la vida. Desde arriba --desde dentro-- nos llega la claridad que alumbra un porvenir oscuro sin la linterna de Dios. Abrahám no sabía adónde iba, pero sí sabía con quién iba. No llegó a pisar la Tierra Prometida, pero sí la saludó desde lejos con el pañuelo de su esperanza. Era el cielo lo que verdaderamente Dios le tenía reservado. Y a Sara, de tanto mirar a las estrellas, Dios le concedió un hijo que se multiplicó él solo en firmamento.

La fe de nuestra vida puede ser azul o estar nublada o generar tormentas imprevistas. Sin embargo, un latido diferente tiene el corazón del que cree, como si en su hucha de oro estuvieran llegando más aprisa las monedas. El creyente sujeta los relámpagos con la mano porque está acostumbrado a los ratitos de Dios, que abrazan con látigos de luz las largas soledades.

El RÍO que fray Juan miraba desde su cielo, el mismo que corre, pasa y sueña, se iba llevando los flujos de su sangre en una inquietud de naranjas caídas por llegar a la mesa. Él sabía, como nosotros, que donde está el tesoro allí vive el corazón. Y al río se le agranda la boca de risas cuando llega a la mar, que es su sueño y su destino. Aunque el río no sabe cuando va a llegar a su desembocadura, igual que el alma que serpentea como puede las orillas de la vida; a la hora menos pensada, en el instasnte preciso, Dios levanta sus brazos y nos inunda.

Y el CAMPO es la metáfora de la fidelidad. El jornalero cava, siembra, riega, mima la tierra porque sabe que su señor, a la hora de la cosecha, notará las proporciones de la abundancia por el esfuerzo y la constancia de quien Él hizo responsable. Dios no llega de pronto para sorprender, de pronto llega para premiar... y si hay recodos en el campo que descuidó el labriego, Él se pone delante para que no se vean las torpezas. Él crea de pronto las espigas que faltan.

31 julio, 2010

DOMINGO X VIII del TIEMPO ORDINARIO. Eclesiastés 1,22 ; Colosenses 3, 1-5ss ; Lucas 12, 13-21


En una calle de Ávila

ESA CODICIA QUE CALLA

En esta semana quise visitar a un viejo amigo que fue árbol derecho, río seguro, columna vertebral, dueño del mundo... le llevaban en una silla de ruedas --¡aquel hombretón!-- con la baba caída y los ojos tristes de no querer enfrentarse con el horizonte. Desde el sufrimiento de su voz, apenas pudo decirme:

-He pasado parte de mi vida construyendo puentes para que, los que somos tan diferentes en la familia, pudiéramos cruzar de una orilla a otra. Levantando ánimos entre amigos desolados por ruinas económicas. Y de las otras. Sembrando los trigos de la abundancia para que mis hijos segaran sin esfuerzo la cosecha... Pero he descuidado mi fe. Yo creía que Dios ya estaba incluido en cada emprendimiento. Él no fue para mí lo primero. Y ahora, aquella fuerza mía, está detenida en una silla de ruedas que empujan, de vez en cuando, alguna mano que devuelve parte del vigor en tantas torres levantadas...

No es tristeza lo que quiero trasladar a esta reflexión evangélica, sino capacidad de observación. Cuanto construimos termina siendo una muralla de papel que con el viento acaba. El tiempo tiene su reloj para que duren lo que deben durar las mariposas de aceite. Si en nuestra vida Dios no ha sido lo importante, se ha llenado de baba nuestra esperanza.

Carlos V que, como saben, fue señor material de aquella historia, acabó en Yuste pescando en un estanque los peces que le preparaban, desdentado y ensimismado con el cuadro que pintó Tiziano de la emperatriz cuando era hermosa. Toda su grandeza se quedó derramada en las campanas y en los ropajes de su funeral.

Esta fotografía que acompaña el comentario, la tomé en Ávila, la que tanto luchó contra el emperador en tiempo de los comuneros. En el cartel hay escrito: Cerrado por jubilación... Y es que todos terminamos siendo esa codicia que calla.


24 julio, 2010

DOMINGO DE SANTIAGO. XVII del TIEMPO ORDINARIO. Hechos 4, 35ss ; IICorintios 4, 7-15 ; Mateo 20, 20-28


Detalle de la Sgda. Familia

VASIJAS DE BARRO

Juan y Santiago eran sólo muchachos que miraban al mar cuando los miró Jesús desde su orilla. Los Zebedeos eran felices con sus redes y su pesca, entre vaivenes y plegarias frente a su menoráh, que habían fabricado con la madera de su primer barco. Pero llegó Jesús a sus vidas y el otro mar de sus pechos se desató en corrientes que sólo la luna de la noche serenaba. Ya nunca más se separaron del Maestro. Ya nunca más merecieron la pena otros océanos.

Hasta que comenzaron a predicar la Buena Noticia de Jesucristo, tuvieron que pasar años porque la luz primera de su vocación no les dejaba quietos ni un instante. Aquella fuerza hacía de ancla para que no pudieran moverse de sí mismos: ¡qué bien que estamos aquí con estos resplandores, con todo el Amor en tu rostro!...

Herodes y los cobardes como él, pretendieron detener aquellos huracanes de fuego que enardecían al pueblo ionvitándoles al seguimiento del Señor. Pedro, Santiago y los demás se enfrentaron con todos: Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres... Los jefes se fijaron más que en ninguno en el Trueno de Santiago y no tuvieron más remedio que matarlo.

Si estuvo o no Santiago en España queda íntimamente demostrado porque nosotros, los profetas de hoy, que llevamos la maravilla en vasijas de barro, seguimos dispuestos a santificar nuestra vida para que sea menos quebradiza la verdad que presentamos desde esta cárcel que es el ser humano. Para que nadie crea que el fuego del oro que llevamos pueden los tiempos o los hombres apagarlo.

...Más tarde, la madre de aquellos muchachos que en Betsaida miraban al mar, pidió para sus hijos la preferencia en los cielos. Pero Jesús le dejó claro que únicamente es grande el que se achica... Puede que ésta sea también, en la Iglesia de hoy, la asignatura que algunos esperamos aprobar en setiembre. Las madres suelen tener ocurrencias de madres pero los hijos, a estas alturas, ya deberíamos haber crecido.

17 julio, 2010

DOMINGO XVI del TIEMPO ORDINARIO. Génesis 18, 1-10 ; Lucas 10, 38-42


Cristo en Casa de Marta y María. Wermeer

VIVIR EN CRISTO, VIVIR CON CRISTO

En todos los sentidos, el ser humano vive insatisfecho. Aguarda, como la noche a la luz, que llegue la mañana en la que sepamos, por fin, si ha sido más provechoso trabajar mucho tiempo en detrimento de la oración o más favorable la preferencia de la oración, restándole a las manos su oficio visible de hacer cosas.

Marta y María, juntas, equilibradas en el tiempo y en los hechos, serían la figura ideal que todos anhelamos para sentirnos más cerca del comportamiento verdadero. Vivir en Cristo y vivir con Cristo, sin parpadear en el estremecimiento de ecucharlo y de tenerle, pero sin dejar de cumplir con la tarea de poner en obra sus palabras.

Tienen mucho que ver las sensibilidades y el torrente de las gracias recibidas para que nos inclinemos más por la contemplación o por la acción. Cada hecho tiene su perfume y cada persona su olfato. Yo, con Rafael Guillén, creo más en la otra mitad de lo visible, en lo que sólo puede descubrirse cuando se vive en la soledad de la espesura, cuando se ha sabido cambiar la palabra por el silencio. Santa Teresa escribía que comenzó a ser felíz el día en que pudo vivir la oración. Sin ella, en vano se construye la casa, inútilmente se afanan los albañiles.

También es día para requerir del Señor un corazón hospitalario, sobre todo, en estos tiempos de desconfianza donde los huéspedes abusan y las caridades se reclaman como derechos. A más oración, habrá más conocimiento para sopesar cuando es una caricatura el bien que se ofrece o una necesidad inaplazable. Detrás de cada persona, Dios se esconde, como los caminantes que Abrahám agasajó en su tienda. Y al irse, nos anuncian siempre el hijo de la promesa, el ciento por uno de amor multiplicado.

10 julio, 2010

DOMINGO XV del TIEMPO ORDINARIO ; Deuteronomio 30, 10-44 ; Lucas 10, 25- 37


EN EL CORAZÓN Y EN LOS LABIOS

El 30 de agosto de 1775, Voltaire escribía a Rousseau: No se pueden pintar con colores más fuertes los horrores de la sociedad humana. Nunca se ha empleado tanto espíritu para querer convertirnos en lo que no somos... Perdonen que una cita de autores tan poco evangélicos, en lo que sabemos, inicie esta reflexión en el domingo del buen samaritano.

Pero de alguna forma, este tiempo nuestro de trampas en la palabra de las leyes para que lo terrible aparezca como un progreso y lo vano como un prodigio, necesita advertencias como las de Voltaire y corazones como el de Jesucristo.

Un hombre apaleado y un remedio imprevisible para su desdicha, sería la escueta composición que hace hoy el evangelista de la misericordia. Un hombre que le han robado la cartera y casi le roban la vida, como a cualquiera de nosotros, en lo material o en los valores. Un hombre que pasaba por el escenario de su historia y se encuentra con los maleantes de turno. Varios, atareados en su prisa, pasan de largo. Sólo un samaritano aflora en su boca y en sus manos lo que Dios le ha puesto en su corazón, y con él, cambia de pronto la costumbre y el paisaje.

La costumbre, porque los samaritanos ni se sentían judíos ni amaban a los judíos:
con su comportamiento comienza una nueva manera de relación entre los pueblos. Y el paisaje, porque la presencia de la caridad de Cristo en el mundo viste los campos y los ríos, los valles y los montes, de hermosura.

Se precisan hoy samaritanos para que puedan abrirse paso los que quieren nacer. Samaritanos para los que viven aislados en las selvas o en las muchas soledades que trae consigo la injusticia. Samaritanos para que nuestros mayores se sientan vivos y necesarios y para que los pobres, los de alma y los de cuerpo, encuentren la mano amiga de tantos como pueden reconocer una mañana el amor grande con que Dios ha sellado su corazón.

04 julio, 2010

DOMINGO XIV DEL TIEMPO ORDINARIO . iSAÍAS 66,10-44 ; GÁLATAS 6, 14-18 ; LUCAS 10 1-12.17-20


LA PAZ ES UNA GUERRA

La Jerusalén sobre la que el Señor hará llegar como un río la paz es ahora la Iglesia, asediada últimamente por dolorosas intimidades que los enemigos convierten en venenos de incertidumbre; la iglesia, sin embargo, es también la acequia de Dios que va llena del agua y del fuego del Espíritu Santo. Una acequia de Amor indestructible.

Pero una vez más es necesario resaltar que la paz es un emprendimiento, una conquista que se alcanza violentando las propias inclinaciones, más llamadas al placer que a los esfuerzos. Una cruz salvadora.

Confundir paz con tranquilidad se parece mucho a la confusión tan generalizada de creer que se puede ser buen cristiano por sólo acudir al besapiés del Cristo de Medinaceli o una vez al año a la romería del Rocío " por la mucha la paz que allí se siente".

Únicamente se alcanza la paz verdadera cuando se sigue con seriedad a Jesucristo. Y, como expresa San Pablo a los Gálatas, gloriarse en su Cruz, que es signo de amor y de salvación. Que es signo de renuncia. San Juan de la Cruz confirma que Dios reina en el alma pacífica y desinteresada, es decir, en el alma que endereza su conciencia y, desnudamente, se deja revestir con las galas de la fe.

La paz no es un regalo, sino una lucha que construye la propia voluntad al modo de Dios. Después de alcanzar cada peldaño, llega una dulzura incompatible con las que pueda dar el mundo. Un río de estremecimientos. Un inmenso regazo. Una cesta llena de besos.


26 junio, 2010

DOMINGO XIII del TIEMPO ORDINARIO I Reyes 19, 16ss ; Gálatas 5, 1ss ; Lucas 9,51-62


LA FASCINACIÓN Y LAS CADENAS

Cuando aún era dama de honor de la reina Catalina, Ana Bolena escribió agradecida a Enrique VIII: Si usted recompensa tan leve conversación con regalos tan grandes, ¿qué podrá usted hacer por los que están listos a consagrar su obediencia entera a sus deseos?...

Si un rey malo está dispuesto a compartir su reino por esta forma de entrega, ¿qué no dará Dios, Rey Todopoderoso, a quienes dejen su tiempo y sus arados, sus anhelos y afectos por seguirle sin condiciones?.

Toda la liturgia de hoy convoca a dos palabras que no están expresadas en los textos, pero que son a, a mi modo de ver, indispensables: Fascinación y libertad.

Dejarlo todo, matar los bueyes y quemar los aperos, como hace Eliseo, para seguir a Dios desde el profeta Elías, sólo puede hacerlo quien está fascinado por una idea, por una presencia, por un reclamo, por un fuego en el pecho. Dejarlo todo y seguir a Jesús, que ni siquiera tiene donde pasar sus noches de soledad, menos que un pájaro agazapado en su nido o que una zorra acurrucada en su árbol, es condición única tener llagadas las telas del corazón, como le hace saber don Quijote a Dulcinea.

Pero todo esto sería reliquias de un deseo si no se tiene libertad para seguir al Fascinante Jesucristo que, aunque no tiene donde caerse vivo, es dueño del teresiano castillo del alma y posee las mejores habitaciones para regalo y deleite de los espíritus: con sólo Él puede compartirse el exquisito mosto de las granadas.

Si hay cadenas habrá impedimento. Si no nos desatamos de los viejos pecados, el alma seguirá sujeta a su cadena. Si no hay paz estarán secos los jardines donde pasear con Él entre perfumes.

Jesús viene, nos mira, nos invita, nos engalana con su voz, nos seduce irremediablemente, pero si no hay coraje para dejar atrás la silla de ruedas, se pudrirán las frutas en su bandeja.

19 junio, 2010

DOMINGO XII del TIEMPO ORDINARIO Lucas 9, 18-34


EL CONOCIMIENTO Y LA CRUZ

El conocimiento que solemos tener de los demás, o es superficial o malintencionado o cruel y, en todo caso, incompleto. Según las medidas del otro y nuetra capacidad para interpretarlo, así serán los resultados. De todas formas, es parecidamente triste no ser amado o no ser reconocido.

En una de sus últimas cartas, Miguel Hernández escribía a su esposa Josefina: El olor de la cebolla que comes me llega hasta aquí y mi niño se sentirá indignado de mamar y sacar zumo de cebolla en vez de leche... Cebolla, en vez de leche, extraemos con frecuencia en nuestras relaciones humanas. Los resultados muestran la pobreza de la interpretación.

Jesucristo tuvo que poner necesariamente rostro de desencanto al escuchar que no era tenido por quien era. Hasta que a Pedro no le llega la Palabra del Espíritu, el Señor era un gran desconocido... De Dios sólo sabemos lo que no es Dios --una y otra vez proclamo a san Juan de la Cruz--, y de su Hijo lo seguimos ignorando casi todo, menos su Amor, que cubre las desdichas con telas de encantamiento. De Jesús lo ignoramos todo y todo, desde su Amor, lo conocemos.

Por eso la cruz nuestra de cada día sólo existe en su ausencia... Esta mañana ha muerto Saramago lleno de pesadumbres en el alma, sin que su pobreza testaruda de campesino irredento le hubiera permitido poner cara esperanzada, al menos, de haber buscado a Dios... El infierno, para los que tanto han leído, debe ser una inmensa biblioteca, millones de libros con las páginas en blanco.

No supo o no pudo saber este nobel con apellido equivocado, que poco en la vida tiene sentido si a la cruz no se le da la vuelta; si al resentimiento heredado, ese que los genes multiplican, no se modifica con canciones y campanas; si a la muerte no la levanta la vida. Saramago, cuando noveló a Jesucristo, nos dejó un aspaviento de sombras, una colección de palabras hermosas escritas desde su pequeño corazón traspapelado.

12 junio, 2010

DOMINGO XI del TIEMPO ORDINARIO 2Samuel 12, 7ss ; Lucas 7,36ss



La primera muestra de un espíritu equilibrado --escribía Séneca a su amigo Lucilio-- es la facultad de situarse y permanecer en sí mismo... Pero en la vida de los seres humanos hay tiempos de turbulencias, de soledades incompletas, de peregrinajes continuos que oscilan entre el pecado y los cansancios. Y en ese cambio de paisaje interior, coinciden los días de mayor conocimiento con la más grande soledad.


Hoy estamos ante dos grandes pecadores, David y María Magdalena, que llegan a conocer la hondura de su equivocación. Y todo se les va en llantos: un llanto seco, el de David; y el visible e interminable de la Magdalena. Es el llanto de soledad que deja la luz cuando se adentra en el pecho y ya no pueden esconderse las sombras. Es el llanto gozoso que deja la misericordia de Dios cuando la criatura ha sabido reconoerse culpable. No lloran esta vez los cobardes, sino los arrepentidos, los que pudieron convencerse de que, desde Jesucristo, se puede nacer de nuevo y señalar con el dedo el difícil mapa de los viajes que en la Verdad desembocan.

29 mayo, 2010

DOMINGO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD . Juan 16, 12-15

DIOS INFINITO

Mientras más pequeños, más cuestionadores. La humanidad y especialmente los que en ella hemos señalado como sabios, se ha pasado la vida tratando de entender a Dios, sin darnos cuenta que, cuanto Dios sea más explicado y más comprendido, más se achica por haberlo metido con calzador en nuestra limitada inteligencia. Sabemos de Dios todo lo que no es Dios, afirma San Juan de la Cruz. Si llegáramos a saber lo que es Dios, Dios dejaría de serlo, pues lo habríamos convertido sólo en criatura.

Antes de que el hombre comenzase a pensar, ya la Sabiduría de Dios había puesto en orden los mares y el viento, había colocado anillos de color en el cuello de las aves, limitado los incendios del sol y permitido que la luna dulcificara las quemaduras de tanto fuego. Antes que nada y que nadie, Dios llevaba en sus manos las estrellas y danzaba, como si estranara firmamento, colocando a cada una en su sitio. En aquel entonces, la idea del hombre no se le quitaba a Dios del pensamiento y se pasaba las noches con el lápiz de la luz dibujando perfiles.

Preguntarle a Dios quién es es cómo preguntarle a la música quién la ha sacado de su silencio. Dios es, y los sonidos dentro, y nuestras bocas que no atinan con la satisfacción de toda el hambre, y la soledad que tiene vocación de abrazos y la memoria que pretende recordar lo que aún no ha vivido. Y la vida, que es tan poca y ella misma se asoma al abismo de una eternidad que desconoce... Eso que en nosotros no es todavía, es el Dios que se anticipa trinitariamente hermoso.

El Padre que crea en Abrahám un corazón fiel y una voz, como nube, que le sigue a todas partes. El mismo Padre que nos tiene dibujados en la palma de su mano,

22 mayo, 2010

DOMINGO DE PENTECOSTÉS. Hechos 2, 1-11


CINCUENTA DÍAS

Tuvieron que pasar cincuenta días desde la Pascua a la venida del Espíritu Santo para que la Iglesia comenzara su camino de fuego y de persecuciones. La Verdad, mientras, acomplejada en los apóstoles, entre fatigas y miedo, desencanto y tristeza, en una casa con las puertas cerradas donde el único aire venía de los labios de la Virgen; la única esperanza, del corazón de la Madre.

De pronto un Viento, un Ruido, un Fuego se adueña de la tristeza y comienza en todos un látigo de llamas que les devuelve el entusiasmo perdido, la energía callada, la fuerza, hecha trizas, por tantos días de espera.

Era Dios el Viento, el Ruido y el Fuego. El Espíritu que Cristo había anunciado, convertido en vendaval y brisa para que los apóstoles pasaran de la quietud a la lucha. Ruido de trompetas que anuncien al mundo un amor cumplido en las continuas entregas de Dios a sus hijos. Fuego de luz y paraíso, de quemaduras que no duelen pero purifican la piel de los cansancios.

Desde Pentecostés ya nada ni nadie fueron los mismos. La luna iluminó las cuevas de la noche, y los hombres y los pueblos se depertaron para siempre de sus dudas y comenzaron a entenderse, más que por las palabras, por los entusiasmos.

Eso es. Eso debe ser Pentecostés: una Pasión que no se achica por más que nos persigan (el Mal tiene la obligación de hacer su juego), una Enseñanza que los tiempos no agotan. Un Amor, el de Cristo, que nos ha de seguir volviendo locos.