21 febrero, 2007

DOMINGO I DE CUARESMA Lucas 4, 1-13

EL COMBATE




Las señas de identidad para saber si un hombre ha llegado a ser hombre, desde las que se ha superado a sí mismo, puede que sean la arena y la soledad.

En la arena del desierto, adonde vivió Jesús cuarenta días, son protagonistas el fuego de la mañana y el frío de la noche, las dunas imprevistas y la ausencia de palmeras y caminos. En la arena, como escribía Aleixandre, se destrozan los amarillos. Jesucristo, en la arena del desierto, sometido a las tentaciones, apareció menos Dios y más hombre. En la arena clavó sus ojos, desafió a los verdes y cómodos pasillos, quemó la luz oscura del Diablo y le echó un pulso a la debilidad y al ejemplo. Su respuesta, pudo también haber sido ésta: "Aléjate de mí, Satanás, porque te has quedado sin esperanza".

Frente a tantos paráisos prometidos, la soledad se abre caminos en el pensamiento. Nadie está solo si tiene enfrente un deseo. La soledad de Jesucristo, como la de cualquiera, es imprescindible para fijar los sueños en el sitio de las realidades, para ir preparando sólidamente las respuestas a lo que la vida nos propone, para desenmascarar al Diablo que viene de bueno para invitarnos a su fiesta. Solo, sin ángeles, con el mar lejos y la arena cerca, Jesucristo, envuelto en seguridades, le dijo a Satanás, con otras palabras, que únicamente está solo el que hace daño.

Mientras tanto, en respuesta a tanta generosidad, a tanta fuerza, las piedras se fueron haciendo blandas, como panes, que luego serían su Cuerpo en las manos abiertas ofrecido. Las alturas terminaron en un escalón apenas; y las hambres, todas las hambres, se saciaron con ambrosías y con bandejas de frutas que traen de secretos rincones los querubines.

Los combates ganados son, al fin, muchos ojos llenos de luz mirando al mismo sitio.

15 febrero, 2007

DOMINGO VII del T. ORDINARIO Lucas 6,27-38





SED COMPASIVOS COMO VUESTRO PADRE ES COMPASIVO.

Hasta que vino Jesucristo, parecernos a Dios era una locura; desde Él, al hombre comienzan a notársele los gestos del Padre, como el de la compasión. La diferencia es que Dios se compadece gratuitamente y nosotros para que sean tapados nuestros delitos.

El hombre necesita ser reparado, ser compadecido. Los delitos nos abruman, dice el salmo, pero a alguien tenemos que contárselos, a alguien de confianza para que comprenda con nosotros la debilidad y justifique, conm su afecto y su atención, nuestra impotencia. Como había escrito Terencio: necesitamos encontrar a alguien mayor que nosotros, pero que no le sea ajeno nada de lo humano. También Cicerón advertía que confesar es buena medicina para el que ha errado.

Jesucristo es compasivo hasta el extremo porque se ha metido hasta lo hondo de nuestra pobreza, se ha hecho el más desvalido de las criaturas. Sabe que el lobo sólo cambia de piel pero nunca de naturaleza. Así, desde su naturaleza inclinada, el hombre necesita una y otra vez la compasión porque una y otra vez, interminablemente, se equivoca.


CADA UNO A LO NUESTRO


Pero ser compasivos no significa sólo perdonar o sentirse perdonados, también significa ser acompañados. Compadecer es padecer con alguien, aunque no necesariamente en el sufrimiento, sino en los diferentes recorridos de su vida, con discreta preocupación, y especialmente con los más débiles.

Destacamos en este sentido a dos de los grupos más significativos que precisan de este acompañamiento:

-A los que no encuentran sentido a sus vidas, creyendo que lo que hacen es poco o poco aprovecha. Al sentir que no son amados, entienden que una vida así no merece la pena ser vivida.

Compadecemos a los que hoy se sienten así por enfermedad, por ignorancia o porque la sociedad les ha deformado los espejos.

-Y compadecemos a los que están solos sin haberlo querido y se levantan cada mañana mirando a un horizonte que no se desplaza. No es la primera vez que denunciamos vivir en el tiempo de las comunicaciones sin interlocutores.

Están solos los ancianos en sus residencias alfombradas o con aire climatizado y con todos los servicios a la medida de las leyes. Solos porque no son visitados por quienes son ellos mismos, sino como fruto de una caridad que ve en ellos su propia redención.

Solos la multitud de jóvenes en fines de semana, hablando y hablando entre ruidos, con vasos en la mano y sin proyectos en el líquido de sus palabras.

Solos los matrimonios que han visto cómo sus hijos crecieron y ahora se aburren por cumplir que ya han cumplido su tarea.

Guillén resalta hoy la soledad de nuestro mundo en un sólo verso: "Dame el aliento o lo que sea. Dame el aliento que me acompañe".

09 febrero, 2007

DOMINGO VI DEL T.ORDINARIO (C) Lucas 6,17.20-26





La dicha, qué es la dicha? (La palabra
No me hace feliz, dicho de paso). Yo diría
Que es sencillamente ir contigo de la mano,
Detenerse un momento porque un olor nos llama,
Una luz nos recorre, algo que nos calienta
Por dentro, que nos hace pensar que no es la vida,
La que nos lleva, sino que nosotros somos
La vida, que vivir es eso, sencillamente eso.
(José A. Muñoz Rojas)



DE BARRO SOMOS


+A veces son perezosas las palabras; otras, tienen velocidad de rayo, como las de este domingo de las bienaventuranzas. Ser feliz --suscribo las consideraciones de Muñoz Rojas—no es más que ir contigo de la mano y poseerlo todo al juntar las circulaciones de la sangre. Dichosos, dichosos… y la dicha sólo viene de la luz que despierta y descubre la ineficacia de los egoísmos.

El evangelista Lucas --la palabra de Dios-- contrapone y condiciona los futuros al presente: Si eres pobre ahora no vas a serlo toda la vida; si ahora te persiguen, no serás siempre un fugitivo; si tienes limpio el corazón, poseerás eternamente la bengala de las estrellas; si lloras, nadie podrá cerrar la raya de tu risa… Todo para el mañana, como un proyecto fiable que el horizonte señala. Sólo cuando se ha elegido ya ser pobre, el futuro se vuelve presente, y es desde ese instante cuando el Reino es tuyo: Dichosos los pobres en el espíritu porque de ellos es el Reino de los Cielos. Es, es, es… y entonces no tenemos más remedio que echar mano al arca de las alegrías para dejarnos sorprender por la hermosura de la Verdad.

Sin embargo, en toda esta lista de elegidos y dichosos abunda más el barro que los mármoles: ni del todo somos pobres ni del todo somos ricos, ni nos persiguen a diario ni nos dejan de perseguir cuando menos se espera, ni usamos de la misericordia como un traje de ponerse todos los días. ¿Qué será de nosotros, Señor, que venimos de tan lejos sin habernos cansado, que no sufrimos ni gozamos nada del todo; a medias casi siempre entre el barro y el oro?. ¿Qué futuro tendremos desde estas condiciones?.


MANOS UNIDAS

He leído esta mañana que reduciendo un punto el presupuesto mundial de armamento se podría alfabetizar al inmenso mundo de los que no saben leer. Nunca podré comprender que un hecho, tan al alcance, no se lleve a cabo por desidia, por arrogancia o por miedo. El lema de 2007 para MANOS UNIDAS es: Tú sabes leer, ellos no. Podríamos cambiarlo.

Privar a millones de niños y de jóvenes de la espuma preciosa de las letras, dejarles que naufraguen en la sombra teniendo el sol detrás de un velo, matarles de ignorancia y de sed gozando nosotros de un mar de bibliotecas donde todas las barcas salen a la sorpresa, a la imaginación del agua…

En mi tiempo de servicio militar, el capitán dispuso que enseñara a leer a soldados compañeros que venían de un campo todavía sin escuelas: La del rabito es la a, aquella que parece un gusanito es la eme, la o que le sigue es un canuto, un anillo que abraza la mirada, y esta otra respingona, como una silla pequeña donde apoyarse es la ere… Si las juntas, se escribe amor, se lee amor, se enciende en llamas la pluma de escribir candelas. Aquellos muchachos –nunca más los vi—se llevarán si viven la memoria al pecho y se les quemará aún la garganta al pronunciar amor que aprendieron a decir entre fusiles para intentar vivirlo luego entre las muchas artillerías de los destinos. Puede que haya sido lo mejor que he hecho en mi vida.